Aquel día


Me susurras palabras al oído,
mientras mi cuerpo dormido
es testigo  entre las lagrimas
que racimos esparcen silenciosas
de ternura y presumida cortesía.
En lo lejano, unas voces rompen
el silencio y rinden pleitesía,
deambulando como sombras
con las manos temblorosas
y se funden bajas las miradas.
Una corona de rosas con espinas
da paso a los recuerdos que dicen:
“Amigos que no te olvidan jamás”.

María Auxiliadora Fonellosa Causada