La piel
Es
la historia de una piel.
La
piel de un amor
que
toma su ración de sol, de aire,
para
mantener su existencia viva.
En
el atardecer.
Una
piel gloriosa,
en
toda la geografía de su ser
que
vence la soledad.
Su
presencia huella de una sonrisa.
Una
piel, mezcla de gozo y tristeza,
de
una vida encendida,
agitando
los días
en
el corazón de la memoria.
Una
piel, como un susurro femenino
que
envenena un recuerdo a la deriva,
un
misterio apasionante.
Una
piel, dulce mentira
el
secreto más secreto
de
un tiempo de asombro.
Sentirla
el mágico momento.
Vivir
el sueño de la piel
y
guardarlo para siempre.
Pregunto
Ahora
que la miel del corazón está en calma,
y la dulzura del atardecer
camina como perdida.
Pregunto ¿por cuánto tiempo?
El viento brilla como la plata
y se aleja ondulante
como un río diciendo adiós.
Pregunto ¿por cuánto tiempo?
La huella de la distancia
callejea como un equilibrista
por
un puente con ojos,
azul de París.
Pregunto ¿por cuánto tiempo?
La orilla de la mañana
vuela entre hojas, sombra tibia
que vuelve rojizo al silencio
desorientado
por el rosado clavel de los vientos
Pregunto ¿por cuánto tiempo?
La nieve de los labios
lleva la estrella que amanece
entre sábanas de lluvia,
y se despierta
como si hubiera nacido.
Un triste adiós
Hoy será el primer día del resto de su vida,
de su corazón frágil, un nuevo sueño brota.
Hay que seguir, empezar de nuevo, aunque esté rota,
hoy le dice adiós, con una triste despedida.
Superados todos los miedos, no está vencida,
su desmedido coraje, venció a la derrota.
Beberá su libertad hasta la última gota.
No volverá con él, es tan profunda la herida
Quiere vivir en paz, sólo vivir sin dolor.
Adiós al
mudo sufrir. No la supo querer
Pero hoy todo cambia, todo cambia alrededor.
Cruzó el mar de la esperanza, volvió a renacer,
es libre y en sus alas el viento a su favor.
Adiós a su pesadilla, empieza amanecer.
Era un 18 de agosto,
era un verano de sangre.
Era la España, de las dos
Españas,
una matanza entre
hermanos, eso era.
Era la sinrazón
caminando,
era la injusticia que va
enloquecida.
Era un huracán de odio
arrasando seres humanos.
Una herida de muerte recorre Granada.
Está la sangre amaneciendo en la tierra.
Un negro quejido se oye entre
sombras,
una muerte profunda en
los cuatro costados.
Han matado a Federico, al
poeta.
La sangre amanece en
Granada.
El silencio de una muerte anunciada
el grito de los fusiles,
un silencio de anónimas
fosas.
todo está muy quieto.
Han matado a Federico, al
poeta
Esa madrugada la luz era
hierro
no soplaba una brisa y
los cipreses de sal
estaban inmóviles, testigo
silenciosos.
Aguardando la salida del sol.
Pero el sol ya no se levanta.
Poema dedicado a Federico García Lorca.
Francisco Luque Bonilla es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.