Entre las dunas
Entre las dunas,
salvaje,
así quiero estar,
con la playa desierta,
solo el mar por delante.
El rumor de las olas
mi sola melodía
y las gaviotas volando
mi compañía.
La arena blanca
es mi lecho
y por la noche,
estrellas en el cielo.
Así quiero estar:
en la playa desierta,
y enfrente, el mar.
La blanca espuma
es la suave caricia
que me envuelve,
me abraza,
renueva mi vida.
Por la orilla, mis pisadas
dibujan un camino
de recuerdos, de historias,
de sueños no cumplidos.
Y sigo la estela
de sur a norte,
igual que mi destino,
no importa adonde.
Delante el mar,
detrás las dunas,
no necesito ni quiero
mayor fortuna.
Esta es la vida soñada,
ésta es la vida que anhelo:
la arena, el mar
y el cielo.
Sensibilidad
Sensibilidad,
ingrata cualidad,
amargo estado en que el alma
se vuelve de papel,
frágil y delicada.
Cual el cristal, transparente,
que todo lo ve
y todo lo siente.
Con qué facilidad se rompe
mi triste corazón,
un día tras otro
voy recogiendo trozos
y recomponiéndolo.
La vida no se para
Por qué la vida no se para
en aquel momento feliz,
en aquel instante,
en que creíste tocar el cielo
con la punta de tus dedos.
Por qué no se paró aquella noche,
aquella madrugada,
en un bello viaje o de una llegada
en los besos y abrazos
o al cruzarse dos miradas.
La vida sigue inexorable,
apenas rozas la gloria
ya se te escapa
y sigues amontonando tus recuerdos
que poco a poco
se van diluyendo en el tiempo,
ahora solo queda el profundo vacío,
la soledad es lo que queda
de la vida que pasó
y ni siquiera las lágrimas
te harán recuperar ni un solo instante
de aquella felicidad.
Los que fueron ya no son,
los que estaban ya no están,
no te aferres a nada ni a nadie
y deja todo pasar,
no quieras retener
lo que es imposible ya.
Mira al frente y sé feliz,
lo que una vez viviste
es ya tuyo para siempre
y contigo morirá,
no vivas en el pasado,
tienes más vida por delante,
vuela alto, coge aire,
empieza ya a soltar lastre
y andando con paso ligero
disfruta bien tu viaje.
Cómo admiro a esa gente que ama normal,
sin aspavientos,
sin alterarse, sin añorar,
que no derrama una lágrima en el adiós,
que no vuelve la mirada
cuando ya el camino se interpone entre los dos,
que no echa de menos,
que no quiere volver
a lugares, a recuerdos,
que no se le encoge el alma
cuando en un punto lejano
los ve desaparecer.
Cómo la admiro... a esa gente,
cuando se van, cuando vienen
sin llevar en su equipaje
el peso enorme de unas palabras,
de un beso, de una caricia
que en el pasar de los años
de nuevo han cobrado vida,
y aquí están, a tu lado,
no los puedes apartar,
hora tras hora
y en cualquier lugar,
ellos, los recuerdos,
los lugares, los amores
que fueron, son y serán, ellos,
pasado, presente y futuro,
sé que nunca se irán.
Barcos en la lejanía,
¿adónde vais?
decidme vuestra ruta.
Velas al viento,
¡cuántas tempestades
os habrán deshecho!
Ni tormenta, ni huracán
pueden a estos navíos
doblegar en su afán.
Mi corazón, barco velero,
tampoco se domeña
con viento ligero,
que aguanta tempestades
y después de hundido
bien puede resurgir
de las profundidades.
Ulises
Yo como Ulises un día
oí cantos de sirenas,
pero en lugar de alejarme
yo quise irme con ellas.
¡Si mi barca ya maltrecha,
partida, resquebrajada,
había ya zozobrado antes de verlas!
¡Ya, qué más daba!
Me fui con ellas, huí,
atravesé los océanos,
contra las rocas rompí
hasta hacerme mil pedazos.
Y volví.
No era mi mundo.
Ellas tan libres, y yo,
ahogada en mi propio llanto,
no supe ser como ellas:
solas, altivas, seguras,
del mar y las rocas dueñas,
sin miedo ni culpa.
Me produjo espanto
sentirme desnuda
y al fin tuve que pedir,
como Ulises,
unas fuertes ligaduras.
Nada es nuestro.
Nada es tuyo ni mío,
nada es del tiempo,
nada es de ayer,
ni del hoy ni del mañana,
nada es real,
ni nuestra propia alma.
Nada es eterno,
ni lejano ni próximo,
ni verdadero.
Nada es triste ni alegre,
nada es propio ni ajeno,
ni mortal o inmortal,
ni duradero,
ni pasajero o fugaz,
nada es perpetuo.
Nada cierto ni incierto,
nada seguro, nada certero,
nada odiado ni amado,
nada imperfecto o perfecto.
Nada es lo que es,
nada es nada,
ni crucial ni banal,
ni de la tierra o del cielo.
Nada eres, nada soy,
y nunca nada seremos.
Nada el ayer, nada el hoy,
nada es el alma ni el tiempo.
Rosa María Costa Matas es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.