Hipatia de Alejandría


Poema de Brunhilde Román Ibáñez

Me acuñé como moneda extraña
en un país que no conocía
el oro de mis labios
fui la desconocida y la descendencia de mi propia carne
conocí las tablas de la ley
las fisuras de su luz amarga;
vi el sol hirviendo en las bocas de los niños
leí bajo sus párpados inmóviles
el testamento de la espada
vi las palomas volviendo del frío
el óxido, la anteluz, la herrumbre y sus certezas
el mismo presagio
la cera sagrada descendiendo por muslos desnudos
vi las estaciones de la sangre
Alejandría y sus hijos ardiendo entre los libros

"Yo soy Hipatia"- dije
y los cuchillos escucharon mi nombre
         
"Yo soy Hipatia"
Y mis palabras se quebraron en su carne
         
En pie ante las manos que traían la muerte
En pie ante sus ojos de luz endurecida
Entré como animal profundo en los escalones de la noche
para brotar en brazos de la lluvia

Y estoy aquí de nuevo, Indomable, Soberana
Soy Hipatia

En mi mano derecha la rama dorada
En mi mano izquierda la dignidad del mundo.