Homenaje y recuerdo al maestro Antón García Abril

Artículo de Julia María Dopico Vale

¡Mariñeiros, mariñeiros

levaime con vos ao mar!

Coita

El mundo de la música, de la cultura y del arte se conmocionaba recientemente por el fallecimiento el 17 de marzo del gran compositor turolense Antón García Abril ( 1.933-2.021), todo un Maestro stricto sensu (como corresponde a aquel que es capaz de enseñar con amor) y uno de los grandes de la composición musical de su generación y de todos los tiempos, creador de una copiosa obra que incluye la sobradamente conocida música para cine e inolvidables bandas sonoras de series como El Hombre y la Tierra, Fortunata y Jacinta, Anillos de oro…y en el ámbito culto abarcando la mayoría de las formas musicales: Obras para orquesta sinfónica como Hemeroscopium o El mar en calmas, cantatas como Alegrías, numerosísimos conciertos- para violín, guitarra, violonchelo, flauta…, obras corales, El Cantar de Soledades, música de cámara, incluyéndose aquí sus ciclos de canciones inspiradas en las voces poéticas más sublimadas, ballets, como Don Juan, Fuenteovejuna o La gitanilla, ópera …Magníficos compases en los que el profundo dominio técnico le permite expresarse con la máxima libertad otorgando al “melos”- sentido como expresión primera y última del discurso musical- todo su poder expresivo y emocional, comunicativo y afectivo: “La melodía será eterna, como el amor, como el agua, como el fuego, como el sol, como la noche, como una flor. Siempre distinta, siempre nueva, pero siempre ella misma para expresar el sentimiento de la música, para cantar la efusión de nuestros corazones”. Son las palabras de un Maestro que fue también conocedor de las técnicas más vanguardistas junto a los miembros de “Nueva Música” el grupo que él creo aglutinando personalidades muy variadas que desde el “Aula de Música” del Ateneo madrileño escuchaban y analizaban por primera vez en nuestro país las obras más avanzadas de la música europea: Las de Stockhausen, Boulez, Berio, Nono, Cage…con novedades (serialismo, dodecafonismo, música electrónica…) que él también practicó con Goffredo Petrassi en la Accademia nazionale di Santa Cecilia de Roma, centro de atención en aquel momento de los jóvenes compositores europeos y americanos. Mas su propia identidad clara y consecuentemente definida, le conducirá a ampliar y desarrollar un personalísimo lenguaje tonal que continúa la línea de Wagner, Debussy, Ravel, Stravinsky, Bartok o Falla, vinculándose también a la tradición, a la herencia cultural de los que le precedieron, valorando siempre las “perlas” de nuestra literatura musical guardadas en monasterios y cancioneros, en archivos catedralicios, en las obras polifónicas del Siglo de Oro, las de los zarzuelistas o las de la Edad de Plata y vinculándose  también a  la cultura de los pueblos, a nuestro rico folklore, manantial que se expresa en sus obras  permanentemente y  de manera muy especial en  relación a Galicia y a unas voces poéticas que lo subyugan. “Galicia es tierra de poetas”- decía siempre- en profunda admiración que deja muestras musicales como las de las Cuatro Canciones sobre textos gallegos:  Cando vos oyo tocar, Todo e silencio, As de cantar, meniña gaiteira, con versos de la “Madre de la Poesía”, Rosalía de Castro y Coita- “mariñeiros, mariñeiros…”, con los del escritor Álvaro de las Casas; o sus Canciones Xacobeas: Camiño longo, María Soliña, Moi lonxe, Foliada…en donde las rimas de Cabanillas, Cunqueiro, Pedro Meogo, Francisco Añón Paz, Luis Pimentel, Sancho I, Mendiño, Celso Emilio Ferreiro….adquieren vida renovada; y aún el genio catalizador del Maestro recurre a la literatura galaica para inspirarse en su ópera Divinas Palabras, sobre la obra de  Ramón María del Valle-Inclán estrenada en el Teatro Real de Madrid en 1.997,  asombrando por su plena y exuberante orquestación, que explota además todos los registros del coro omnipresente y de los solistas. En Santiago impartía Antón García Abril las clases de Composición Musical en la Escuela de Altos Estudios Musicales y en los “Cursos Universitarios Internacionales de Música en Compostela”. Un valioso regalo cada testimonio, cada observación, cada sugerencia, cada apreciación, ofreciendo siempre su inmensa faceta humana. Todos estos valores, toda esta dedicación,  le valieron a Antón García Abril  numerosos premios y reconocimientos, siendo miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la de San Luis de Zaragoza, de la de Nuestra Señora de las Angustias, de la República Argentina, de Santa Isabel de Hungría…Premio del Concurso Internacional de Composición de Siena, de la Asociación de Escritores y Artistas, del Servicio de Educación y Cultura….Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid, Premio Aragón 2003, Premio FIMUCITÉ, Medalla de oro de la academia de cine 2014…Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, Premio Tomás Luis de Victoria….Y un largo etcétera que nos muestra la calidad y la magnitud de este músico dedicado apasionadamente a surcar las raíces de los sentimientos de los hombres y que tristemente se fue  para navegar ahora…en otro mar.

Julia Mº Dopico Vale