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El
silencio cual paciente Job, cuenta
con la sabiduría de su razón,
siendo el acto de su cabal trabazón,
cuya disputa el ego no frecuenta.
Lo usual es el ruido como herramienta
tal cual carta de natural cerrazón,
invasión en la vida ajena, hartazón
por la injusta aflicción que le apacienta.
Vivir con la naturaleza es valor
de copiosa humanidad que alimenta
la reflexión engendrando cabal paz.
Silencio es armonía, contravalor
que no goza de medida, acrecienta
el ingenio y vitaliza al incapaz.
Al rugir la tierra, los sueños se quiebran
Al rugir la tierra, los sueños se quiebran,
sus bellas imágenes per ser truecan
en drama de gentes, donde le cercan
las desgracias, por las que piden se abran
las piedras volcánicas, que deslumbran
sus justas razones y se esclarezcan
sus negros mantos, que matan y achican
las blancas causas de vida que encumbran.
Tal destrucción es dolor sin consuelo,
quebranto que durará años para afear
a lugareños su vida atrevida.
que el postrero rugido enjugue el duelo,
truque la desesperanza y haga flamear
la bandera de una superior vida.
LXXI
Toma mis manos para que ellas sean
asidero, donde quiera que vayas
serán tu gran cayadon, con el
coserás
las libres sendas de tu espíritu.
Lugar donde arraiga todo ímpetu
y causa de toda acción, cuyas armas
son razón y reflexión, acerías
para armar todas tus corazas, paspartú.
Fortaleza, decoró de tus basas
cuya construcción precisa de firmes
machones como el hecho más certero.
A tu yo, con fe le extiendo mis manos,
las puedes tomar o dejar, son mimbres
de tu cesto, ramos de tu velero.
Veré por tí
“…mira por mí,
mi ciega.
mira por mí y
camina…”
Miguel de
Unamuno.
“Veré por ti”, para que tu ceguera
no limite tus pasos, para que tu andar
por la vida esté dado para demandar
salud y estar bien de toda manera.
Toma mi brazo y haz con él, el que fuera
tu gran cayado; caminar para agrandar
los horizontes donde poder abundar
en progreso personal sin flojera.
Vive “mi ciega”, para que yo pueda
verte agarrada al mástil de la vida,
la ciencia, el conocimiento y ser siendo.
Toma mi apoyo y andemos la vereda
del vivir con sapiencia abastecida,
en el amor que lustra tu adhiriendo.
Toma mis manos
Toma mis manos para que ellas sean tu
asidero, donde quiera que vayas
serán tu
gran cayado, con el coserás
las libres
sendas de tu espíritu.
Lugar donde
arraiga todo ímpetu
y causa de
toda acción, cuyas armas
son razón y
reflexión, acerías
para armar
todas tus corazas paspartú.
Fortaleza,
decoro de tus basas,
cuya
construcción precisa de firmes
machones
como el hecho más certero.
A tu yo, con
fe le extiendo mis manos,
las puedes
tomar o dejar, son mimbres
de tu cesto, remos de tu velero.