Poema de Carmen Carrasco












LA ESTRELLA Y EL NIÑO

Afortunada Estrella de Oriente

que adoraste a Dios.


Las estrellas brillaban en la noche,

cual pequeñas luciérnagas, flotando

en el vacío infinito del espacio.

Semejaban un velo transparente

tejido con hilos cósmicos dorados.


Esa eterna armonía sideral

se vio sorprendida en el silencio

por una luz brillante y cegadora

que eclipsó a cuantos astros existían

con su radiante luminosidad.


Era una nueva estrella, un nuevo sol

nacido en el azul, obra de Dios,

para anunciar a todo el universo

la llegada al mundo del Mesías.

El nacimiento de un Niño Redentor.


Bajó la hermosa estrella del celeste,

atravesando vagas nebulosas

y mundos misteriosos y lejanos,

hasta posarse al fin en el Portal

y adorar al Niño-Dios humildemente.


El pequeño Jesús, desde su cuna,

entreabrió los ojos y miró a la estrella.

Y sonriendo le dijo agradecido:

Tu luz brillará por siempre junto a mí

luciendo en el Portal eternamente.


Guiarás en tu camino a los tres Reyes.

Ornarás el abeto en los belenes.

Y serás la luz que cada año

anuncie una nueva Navidad

a los hombres de buena voluntad.


Y el Niño- Dios, feliz desde el pesebre,

iluminado por la luz divina

que envió su Padre desde el cielo,

con sus santas manitas bendecía

a su querida Estrella del Oriente.


Carmen Carrasco, Navidad 2011