Colaboración de Adelaida Díaz Gálvez









VEJEZ


Hoy me he sentido triste, me he alarmado y asustado
El espejo mi rostro me ha mostrado con crueldad mis muchos años
Mi pelo su brillo ha perdido y en mi frente rallas han surgido
Y mis ojos ya no centellean, hay bolsas, ojeras, pena
El rictus de mi boca está sumido, las arrugas en él se agolpan
Dando a mi sonrisa tristeza y melancolía.

Me aterra la vejez, es fea, maligna, es la enfermedad que te derriba
Que no cura medicina
Los recuerdos te asedian, ellos van levantando un muro en tu memoria
Mi carne ya no es tersa, parece una malla, mi piel se oscurece
No me gusta verme en los escaparates ni en los lagos
No me gustan los aniversarios.

Me repele que me digan qué bien que estás
No me gustan los atardeceres ni las flores marchitas
Me causan desidia
No miro el calendario y no me gusta celebrar cumpleaños
Me aterra la soledad, el no saber estar en los bullicios de los demás
No quiero fechas fijas, lamento pensar qué no hice
Lo que pude, lo que no debí hacer y ya nunca haré.
Adelaida Díaz Gálvez a-diaz@hotmail.es

PINCELADAS

No quiero que me escuches, mejor que me oigas.

Me gusta el silencio, el ruido y el jaleo, de cuando en cuando tendremos que estar sordos, ciegos, mudos para saber qué produce tanto ruido.

Una cosa es consolar y otra compadecer, otra socorrer que es lo único que a veces podemos dar a todos por igual sin hablar y sin ahondar.

A veces por no perder un minuto perdemos todos los minutos del mundo.

Está llegando el día que nos estamos quedando solos y ajenos a todo, pero si rodeado de esas frías maquinas que nos dan horas y dinero. Que nos llevan a recorrer el mundo entero en cómodo sillón de cuero hablando con los que están lejos. No es esto un principio, no es un adelanto a lo que tanto deseamos, esto es el progreso que nos va a permitir ya ni pensar.

No quiero ver flores maquilladas parecen esas muñecas que le dan color las flores parecen cabareteras ya mustias coloreadas para que aguante hasta el final de las fiestas.

Si algunos dicen que todo hay que colgárselo a la espalda como es posible que veamos personas tan derechas.

Todo el mundo tiene la desgracia de aburrirse y desencantarse. La envidia tiene una cualidad por la cual hacemos importante a gente corriente y vulgar pues a veces no envidiamos ni sus bienes ni sus dotes, envidiamos que salen adelante con sus pocas cualidades.
Adelaida Díaz Gálvez a-diaz@hotmail.es