Colaboración de Luis Díaz Velázquez










Podría pasarte a ti - ELECTROSENSIBILIDAD

Este que escribe fue distinto hasta que cerca de él vio a alguien con un problema real…dirán: ¿Qué es un problema real? Pues es aquel que, aunque entorpece sobre manera el transcurso diario de la vida no tiene solución posible.
Esta persona se llama Sonia, tiene apenas 36 años y es una muchacha preciosa, simpática y buena con todos aquellos que componen su alrededor. Tenía una vida más que normal hasta que un día comenzó a sufrir una enfermedad denominada “Síndrome químico múltiple y electro sensibilidad”, considerada extraña.
Alguien como Sonia, debido a esta repentina patología, perdió su estilo de vida, sus amistades, sus ilusiones, su trabajo…. Antes de conocerse que sufría esta enfermedad, tuvo meses de infructuosas visitas a doctores, psicólogos y psiquiatras que, como es lógico, no daban con la raíz del problema. Tras unos análisis se descubre su dolencia, afirmando que es, hasta hoy, incurable. ¿Único remedio? Vivir aislado de la electricidad, las hondas y el ruido para mantener el cuerpo medianamente sano.
Los síntomas que sufre por la exposición (aunque sea mínima) a dichas radicaciones van desde las diarreas y los vómitos mas voraces hasta problemas cutáneos temporales pero igualmente dolorosos. Su máximo alivio es introducirse en arena para conducir fuera de su cuerpo la electricidad estática que, aunque inherente a su organismo, le produce serias molestias.
A estas alturas se preguntarán como es, en pleno siglo XXI, un día cualquiera para ella… sin nevera, sin posibilidad de ducharse con agua caliente, sin microondas, sin poder cocinar…vive privada de lo que hoy consideramos indispensable, y he obviado, por no ser de primera necesidad, elementos como el teléfono móvil, la TV, el MP3, el ordenador, etc.
Ella tampoco sale a la calle, y ha perdido a todos, sea por la impotencia que sufren ante su enfermedad o por falta de roce, ya que le es imposible cruzar el umbral de la puerta. Vive dependiendo de sus padres que se sacrifican, pues les es connatural a su cargo familiar el dar la vida por su hija.
Explicado todo esto y conocido de segunda mano, pues no lo sufro, digo a todas las mentes y a todos los corazones sensibles que piensen por un momento que Sonia, con su extrañísima patología, podía llamarse Andrea, Pedro, Mohammed o Moisés. Con todo, podría ser abuelo, tío o hermano de aquel que esté leyendo.
Por esto digo que ánimo a todas las personas como Sonia, con esta u otras enfermedades extrañas, que se encuentran con la negativa de Gobierno e instituciones a ayudarles por razones naturales de este sistema que resumo en una frase: lo que no da dinero, no sirve. También exhorto a las autoridades competentes: los enfermos también están censados, son ciudadanos. El actual sistema utilizado para ofrecer ayudas económicas a los que sufren estos problemas es injusto y solo ve puntos, no personas.
Alguien insignificante ante todos los organismos mundiales y nacionales apela a los Derechos Humanos por los cuales se establece que todos somos iguales y se promete luchar por todo aquello que aqueja al hombre… en nombre de Sonia y de todos los que sufren enfermedades extrañas e incurables grito: igualdad y oportunidad.
Luis Domingo Díaz Velázquez