Artículo de Manuel La Parra Ripio

En el Día de la Madre
Hace unos días, nuestro conocido ciudadano Enrique Heredia (Herma), ya abuelo él y como es lógico, cayendosele la baba, me decía del “ángel de los niños”; una leyenda que él tenía, por alguna razón que no recuerdo.
Me la ofreció, yo la acepté y quedamos en que me pasaría a recogerla. Como quiera que me vio en otro momento, sacó de la guantera del coche un sobre y me lo entregó. Era media cuartilla con una estampa y el famoso Ángel de los Niños.
He tardado un poco en pasarla, esperando el momento de transcribirla, para poder publicarla en el día más oportuno. Esperando que así ocurra, pues no tengo “patente de corso” ni enchufe que me de preferencia sobre los demás “escribidores”. Aunque por los cuarenta años que llevo soltando a la prensa (melillense) mis ideas u opiniones, gusten o no a diestros o siniestros mi prosa tras las caricaturas pertinentes, creo que es un dato mas que suficiente de lo centrado que soy. Por eso he hecho figurar el nombre del que me dio todo alborozado y satisfecho, cuan abuelote ya, la leyenda que transcribo a continuación. Esperando que algunos hijos, féminas o varones, de ésos que nos muestras las televisiones en sus pantallas, que se creen el ombligo del mundo y en el fondo son menos que nada, empiecen a pensar que la libertad desde el libertinaje de una moral capciosa, les llevará a ser pasto de las llamas…
Así que, entendiendo desde el normal estado de la familia, sea de respetar y mucho a la que nos dio la luz, vulgarmente “la que nos parió”. Y desde ese punto de vista que vean nacemos ¡inútiles! y más débiles que un animal irracional, que para colmo tiene este unos genes que, nada mas nacer, ¡ya caminan! aunque sea por ir buscando su mama…
El Ángel de los Niños.
Cuenta la leyenda, que un niño iba a nacer y le dijo a Dios. Sé que me enviarás a la tierra mañana. Dime ¿cómo viviré tan pequeño e indefenso como soy?
Dios le dijo: Entre muchos ángeles escogí uno para ti, que te está esperando. Él te cuidará.
Aquí en el Cielo, con cantar y sonreír me basta para ser feliz.
Tú ángel te cantará y te sonreirá todos los días y sentirás su amor por ti. Así serás feliz.
¿Cómo voy a entender lo que la gente me diga si no entiendo ese extraño idioma que hablan los hombres?
Tu ángel te dirá las palabras más dulces y tiernas que puedas escuchar. Con mucha paciencia y cariño te enseñará a hablar.
¿Y qué haré cuando quiera hablar contigo?
Tu ángel juntará tus manitas y te enseñará a rezar.
He oído que en la tierra hay hombres malos. ¿Quién me defenderá?
Tu ángel te defenderá, aún a costa de su propia vida.
Pero llegará el momento en que me pondré triste porque no te veré más, mi Señor
Tu ángel te hablará de mí y te enseñará el camino para que regreses a mí, aunque yo siempre estaré a tu lado.
En ese momento comenzaron a escucharse voces terrestres y el niño presuroso le dijo a Dios:
¡Dios mío, si ya me voy dime su nombre! Por favor, ¿cómo se llama mi ángel?
Su nombre no importa ahora, tú la llamarás MAMÁ…
Manuel La Parra Ripio