Poemas de Enrique Garcés de los Fayos Ruiz


Juntos

Pueden existir infinitas razones para escribir unos versos,

quizás infinitas fueron las mías,

cierto es que unas predominan,

gobiernan la existencia de las otras.

Porque una es un Arco Iris

que cada día dibujas más bonito,

incluso dando colores nuevos a tu paleta.

Otra es un universo,

sabes que va Más allá de esta vida,

y es curioso, incluso atrevido

cuando intento comprender como ambos retozan,

entre caricias, besos y gemidos.

Ana has venido a mi vida,

la has visitado y has decidido quedar en ella,

dueña de una senda que ahora, a tu lado, es más bella.

 

Y mientras, casi incapacitado, no sé si se comprender,

¿qué?,

mi suerte, mi dicha, mi destino,

mi sentido, mi senda y mi camino,

mis palabras de amor

ahora para ti, que eres mi vida.

Y como es para siempre sigo dando gracias,

a todos,

a él y a ella,

a ellos y a nosotros,

a ti por encima de cualquier cosa.

Gracias por permitir que mis versos se llenen

     de tus besos,

     de tu amor

            y de tu vida.


No eres

No eres el origen ni la llegada,

tampoco el lugar donde descansar,

ni siquiera los brazos que me sostienen

y nada determinante o definitivo.

No eres el camino recto,

tampoco quien canaliza lo andado,

ni siquiera la administradora de un pasado

y nada que resuelva lo destruido.

Eres en cambio mi fundación,

el sitio donde escapar de todo,

el abrazo que insufla vida

y la determinación de una decisión.

Eres la senda con obstáculos,

la persona que me levanta siempre,

el sexo seguro y plácido

y el poder de una obsesión.

No eres la vida cómoda,

sino la muerte que abre la puerta.

No eres amor repetitivo,

regalado en días sin sentido.

Eres el sexo duro,

la boca que me llena

y el alma a mi lado.

En ocasiones creo que eres un antes,

quizás sea un espejismo,

sin embargo, después te toco y vuelvo a creer,

en todos, pero sobre todo en ti.

Pareces un antes, e incluso un segundo antes,

cuando intentaste modificar el color de mi vida,

y también un ahora,

sobre todo cuando amo tu cuerpo.

Es cuando te beso cuando antes y ahora están,

y descargan obstáculos y pesos innecesarios,

quedando todo diáfano, lleno de luz,

como si fueras un antes de todo,

un amor impreciso y seguro al tiempo,

un aquí, a mi lado, sólido,

igual que ahora, antes y siempre.


Mi guerrera

Has abierto puertas imposibles,

roto barreras contra la nada,

puestas para justificar el agobio

sin sentido y cobarde, 

y pisas cada palabra sucia,

denostada y pasajera.

Eres tenacidad ante lo sublime,

protectora ante el enemigo,

insistente, incluso en la espera,

y amante de una vida que brindas,

sólo a mí, que respondo sorprendido.

Has trazado la senda definitiva,

cautiva en ocasiones y ahora libre,

sostenida en un amor que late fuerte,

que es pasión y lujuria,

que es éxtasis y droga dura,

que es gemidos y besos que respiras.

Has logrado cambiar a este guerrero,

luchando mientras sostienes su mano

y lo conduces a prados serenos,

a caminos tranquilos,

a una vida, ya sin duda, eterna.