Poemas de Horía Abselam


Ojos

Esos ojos amarillos naranjas,
como el atardecer primaveral.

Verdes, como los prados verdes,
del otoño jovial.

Con motitas de estrellas
del infinito perpetuo…

Almendrados y chiquitos.

Pero con una luz…
¡tan intensa e infinita!
como el amor que
siento por ellos.

Vuelan hacia las Islas Afortunadas,
en busca de la libertad soñada.


Amazigh

Danza, alegría.
Té, cus-cus.
Melancolía
raíces y cábila.
Hospitalaria halamadanía.
Idiosincrasia amazigh.
Cultura milenaria.
Tribus varias,
especias y barro.
Adobe y aroma.
El cordero que siempre
acompaña
Ouhajje, El Founti,
Yqraien, Ibujien…
y el rifeño de mi alma.
Olor de anafre, pan de trigo.
Tallin.
Y tu abierta morada.
Das de beber al sediento,
zalea al que descansa.
Y aunque sea, un trozo
de pan con aceite,
y un vaso de té
al que pone el pie
En tu cábila.
El Don del que presume
tu semblanza.
Bereberes, ¡qué hermosa palabra!


Mi niña y su cuna

En la anochecida duerme
en la cuna de la Luna.

Mi niña,
con sus sábanas de plata
nacarada, se arropa.

Y en el mece que mece
le canto una nana.

Y mi niña se duerme.

Y sueña con su cuna
medio sable de plata.

¡Ay! Mi niña y su cuna
de Luna.

¡Ay! Que duerme y sueña
Con su sable de plata.

Duerme mi niña,
que el sol ilumina tu cara.

Y tus ojos resplandecen
verdes como esmeraldas,
amarillos como el Sol,
azul como el agua.



Tus ojos

A mi hija, Sara.
Abril 2003.

Amarillos como el Sol,
verdes, como los prados verdes.

Azules como la profundidad del mar.

Grises como serán mis sienes.

Tus ojos. Toda mi alegría al verte.

Hacia arriba como Oriente.

Claros como lo almeriense de tus genes,
como el rifeño de mis gentes.

Tus ojos. Sombra y luz de mi vida.