Lola Caballero, poemas

     

Al caer la tarde

Al caer la tarde
ruidosamente penetras en la tierra,
abordando la nada y el abismo,
abrazando el ocaso y los laureles
y gritando silenciosamente
la embriaguez de tiempo.
¡Ay, alma dolorida de amaneceres
que al caer mansamente
penetras en la tierra!,
como hieres al halcón dorado
que duerme profundamente en la rama
y sueña con el beso de la noche.
Y como mi mano sigilosamente
acaricia la nube de tu alma
para no despertarte.
Si supieras ¡ay alma dolorida y amante
como mis manos silenciosamente
penetran en la tierra!


Apareces en las tardes de luz

Apareces en las tardes de luz,
filtrándote en mi alma de sombras,
rebosando cada atardecer
peces melancólicos,
y surges cada día y cada segundo
como un dragón extraño
de mil formas,
abrazando mi vida como un océano
sin fondo.
Y te muestras en ni camino
sin llamarte
y sin saberlo
como una distancia cercana
y como un paraíso de besos.
Y… después ¡casi sin tocarte!,
te desvaneces como nube de polvo dorado
te alejas como viento de otoño,
y me abrazas y me miras diciéndome
adiós.


Última canción

“Que nada nos defina, que nada nos sujete.

Que sea la Libertad nuestra propia sustancia”

(Simone de Beauvoir)


Arboles de mi tierra-amada de mi tierra-casa

arboles madre-rosa de lana. Paineira te nombran.

Magnolias de Colombia. Cedros de Perú.

Palmas de cera. Pinares y castaños de Andalucía.

Cantad la última canción por ellas: Mujeres del mundo

 

Orquídeas en tu frente mujer de oro.

Caléndulas sagradas en tu boca  mujer de barro.

Jazmines de plata y sangre en tus brazos de fuego.

 

Todas las letras de cualquier alfabeto  llevan tu nombre

Sin distinciones de cualquier dimensión o frontera o lindes que quieran imponerte.

Solo  se escucha un clamor exiliado del tiempo

Parece la última canción y jamás se apagara

Una y otra vez suena dulce la melodía de vuestros nombres

Empujadas por la brutal fuerza y asesina fuerza y maldad fuerza ...

Y torturadas y masacradas y violadas y negadasss una y mil veces

Por voraces monstruos, viles monstruos...

 

Mujer de certezas,  férrea voluntad ante monstruos devoradores

Mujer de dudas, de sin miedo a la incertidumbre y la calma en tus manos

Mujer de luchas, trasfiguras la derrotas en estrellas de luz...

 

            Una plegaria por siempre Amor por ellas

                                Arboles de nuestra tierra

                   Arboles hermanos. Ríos. Mares. Glaciares. Montes..

 

            Tierra toda desde tu centro madre-mujer

            Abraza a todas las mujeres que te habitan

       En especial a ellas, las que ya están en tu última raíz de vida

            Las que le arrebataron de cuajo su destino

                          Acógelas en la próxima frontera.

                         Y cantales la última canción que nunca muere.


Notas: Jane Caputti. Diana E.R.Russell. Estela Barnes (presidenta “de las abuelas de la plaza de mayo”. Carol Orlock (impulsó en 1976 la organización del Tribunal Internacional sobre Crímenes contra las Mujeres).todas ellas fueron pioneras en declarar ante el mundo los maltratos físicos, psicológicos... de toda índole, LOS FEMICIDIOS causados en todo el planeta. 


Cuarteto íntimo (I parte)

En el pensamiento no hay lejanía.
Te llamo y estás aquí mismo, al lado.
Casi rozas la frontera de mi mundo,
confundiéndote en las pocas certezas
que aún me quedan.
Puedo besarte en los arrabales.
Abrazarte en los puertos encalados
de la noche.
Acariciar tus brazos enredándose
en mi costilla de sal.
Hacerte cosquillas en las palmas
de las manos.
Detener el tiempo.
Ser cobijo en tus noches de sombras.
Solo tu cuerpo y el mío son habitantes
únicos, desbordándonos uno en el otro.
Me preguntas si hemos cruzado
el firmamento, me miras...
A ciegas confiamos en tu nombre y el mío.
Somos las únicas sendas
de regreso al territorio,
donde descansar al fin de tanto vacío.
Hoy nos hemos convocado
en la Alcoba de los Deseos.


No hay nada

No hay nada que decir.
Nada.
Únicamente mirarnos casi de reojo.
Rozarnos las manos en un gesto distraído
sabiéndonos cómplices de un silencio
más amplio que el silencio.

Y  también nos miramos más al fondo
cuando las sábanas envuelven la noche.
Sin pronunciar palabras caemos en el sueño.
El corazón late acompasado,
con el latir de tu corazón.
Solo somos latidos y latidos en este minúsculo espacio
Que se mueve en un baile suavísimo.

No hay nada en las palabras ni en el silencio
ni en los cuerpos.
No hay nada en este cosmos a la deriva ni en el abrazo
ni en el sueño.
No hay nada en el aire ni en el viento
ni en los besos.

Únicamente las manos cantan
Únicamente el aliento nos susurra que
aún es posible la  esperanza
Únicamente tu mirar me salva, me calma

                                                      ay tu alma…


Volver a la Paz

Volver a la Paz.
Redescubrir la infancia
olvidada, sepultada
en los entresijos del pensamiento.
Juegos bajo el sol en la plaza del pueblo.
Salpicarnos de barro en tardes de picanche.
Danzar en zancos de latas por calles empedradas.
Bajar al huerto, cruzar el rio y coger renacuajos,
Zambullirnos en albercas de agua helada
con las sombras refrescantes de higueras…
Y no parar de reír a carcajadas
de soñar en  bailes y tan cerca  tu cuerpo 
y besar al joven enamorado.
Si, recuperar esa Paz
no darle más tregua,
cogerla,
atraparla de improviso
y meterla en el bolsillo
acariciarla suavemente, suavemente…

Y saber que los días suceden
con esa cautela silenciosa
sin aspavientos,
con el reposo dulce
de quien ha vuelto al hogar.

Y dejarse llevar
casi bailar con la noche,
en este universo de tanta fragilidad
habitada.


No quiero olvidar

En el espacio cotidiano,
sentada en el sillón de mi bisabuelo
una luz azulada da calor a este corazón perdido.
Rebusco palabras escritas hace años
como fotografías de tu existencia
marcada en fuego y viento
en estos mis dedos de pulso titubeante.
Hay signos de susurros inacabados,
besos en batallas perdidas de antemano.
Tocar esa percha en madera plomizo
donde la chaqueta panera 
se deshacía en mis hombros
como un sueño que arropa la noche.
Decir hola en noches de tormenta
sin respuesta,
dibujar tus manos con la timidez de una colegiala.
No saber qué hacer ni qué decir.
                             
Y seguimos en silencio, 
nuestro  cómplice lenguaje.
Me deslizo en tus sueños,
a buscar la sombra
de que fuiste y eres real.


Es un solo acto

Es un solo acto
siempre presente                  
con los personajes de siempre,
el niño que fue
y el joven que fue                     
y el hombre que fue
y el viejo que es.
Todo allí siempre.
Y ahora habla el niño que lloro
interrumpiendo al joven que es
y el joven no entiende           
y el hombre llega con el joven a cuesta                     
y el hombre no entiende como ser hombre
y de pronto el viejo se mira  y se pregunta
y no comprende.
Y ahora llega el espectador único
de la gran obra de un solo acto  siempre presente,
mira  y mira           
                                    y oye  y oye
                                                                  y calla y calla
                                                                                   y respira,
                                                                                                    respira,
                                                                                                                  respira  
                                                                                                        y ama
                                                                                                                y ama


                                                                                                                      y ama.    


Es una mañana de otoño

Es una mañana de otoño
con un cierto aire de en tiempos
por los pliegues de mi piel 
respiro la libertad vivida y añorada.

Palomas blancas
pasean por nubes algodonadas
de un cielo azul de fondo.

Me veo retornando por las calles de Granada                   
cuando la inocencia aún habitaba
en mi universo deshabitado.

Pasear sin objetivo definido
andar, y respirar y soñar
en encontrarte un día inesperado.

Leía “Moradas del castillo interior”
para buscar mis moradas,
me perdía y me encontraba
en los pasadizos del  pensamiento.

Una tarde de invierno penetraste
en mi cárcel de sombras y luchas,
y me rescataste, Amor.
                     Solo Amor.



Hebras melancólicas

Bella espuma: mundo detenido
colgada en el ocaso
turbas los invisibles besos 
del  viento y del amante.

Dichosa escucho
a la tristeza
de rayos hermosísimos
que pretende
La desnudez
de la verdad
 y el gozo.

Ah tiempo imborrable
de perdida
y océanos.

Lejana Libertad
en tus manos envejezco
y mastico
el  olor ardiente
del pasado
deshecho
en hebras 
melancólicas.



Escarbar en mi boca

“Me gusta observar el mundo como si 
fuera una gaviota lejana, desde lejos,
sin juicios y simultáneamente
estar dentro de cada cual como parte de
sus  propias moléculas existenciales”.

Escarbar con mi boca
el nacimiento de la vida,
penetrar en la esencia y corazón de la
tierra.

Como me duele el ¡dolor de la muerte!,
y este aire acariciante y fugitivo en su
fugaz rostro me envuelvo y me rebelo.

Quiero morder dulcemente el alma de la
vida
llenarme del aroma amargo de la tierra,
rodeada de pájaros verdes que me
trasladen  al propio corazón humano.

¡Ay! como me duele el dolor de la muerte,
y en este mi dolor oscuro y llano,
¡me envuelvo y me rebelo!


Mansedumbres

(Una tarde en Barcelona fuimos mi hija y yo  a ver una exposición    
de Arte Contemporáneo. Días después escribí el siguiente texto)

Tarde de noviembre
solo dos cuerpos
en aquellos laberintos del Arte.
Una obra es una habitación de plomo.
Vacía. Sin salida.
Las paredes hablaban,
y gritaban
y susurraban
Dolor, incomprensión infinita, montes desérticos.
Soledad, desamparo intraspirable, mares grasientos.
Sufrimiento, aflicción, valles secos-resecos.
            
La hija en el centro
de la muerte
se mueve con sigilo
buscando una rendija de luz.
Salir…salir…buscar una salida
dentro de tanta oscuridad.
La historia me ha contado
del desgarro inhumano
en los hornos crematorios
tantos, miles de seres humanos: mujeres, hombres, niñ@s
sepultados…olvidados
ovejas al matadero.
La madre entra
¡Ven!, ¡ven!
vayamos al Centro del Dolor.
Dos Cuerpos se Abrazan.

Solo una bombilla ilumina la estancia de plomo.
En los Cuerpos Madre-Hija
Traspasan
Miradas cómplices perdidas para siempre.
Manos acompañantes colgadas en el muro.
Labios que jamás volverán a pronunciar te quiero.
Cuantos abrazos que nunca volverán a darse.

El tiempo trascurre
Por las venas de los Vivientes
Y bocas, vientres, sangres vivas
Pronunciad  sus Nombres
MANSEDUMBRES.
Madre-Hija
En un cuarto plomizo
Mueren
Y se abrazan.


Mapa

Y siento que desde el nacimiento
lo vivido permanece inalterable
como un mapa
al que podemos regresar
cuando nos hayamos perdido o reencontrado.
Es el camino de vuelta a casa,
hay señales,
una mano, un gesto
una palabra, un silencio.
Regreso a recoger una carta nunca leída,
un beso estancado en la garganta,
un abrazo descolgado detrás de la puerta.
Algún olvido pequeño
o no tanto para otros, quizás.
Sí, es un mapa
aunque algunos caminos
se hallan borrado de polvo y piedras.
Quiero volver,
o no regresar jamás
como un túnel en el que nunca
quisimos estar pero estuvimos.
¿Por qué amor te elegí para
este sufrir con pausas de paz?,
¿por qué aquel destino de amor
destrozado con tanto amor construido?,
o ¿ fue la vida quien te señaló
para éste tu designio?,
o ¿solo tú lo elegiste?.
 Dulce sabe este dolor,
hoy me sabe a dulce el recuerdo.
Es extraño que sucesos del pasado
vuelvan a colarse
por los pliegues de mi cuerpo
con texturas de ternura
y una cierta sonrisa irónica.



Salgo de mi ensimismamiento cuando escucho     

Ser o No Ser
he ahí la cuestión
las palabras de Shakespeare
se agolpan una y otra vez
Ser o No Ser
una y otra vez.
                       
Salgo de mi ensimismamiento cuando escucho            
los pasos de Gabriel hacia mi cuerpo. Me besa en los labios      
y sus buenos días recién inagurados. Pone música en el equipo,
que ya le queda poco para agonizar. Es suave y dulce el sonido…
se escurre entre los dedos…si fuera seda…Me han entrado unas
ganas enormes de escuchar  El Quinteto para  cuerdas de Bruckner.
 …No quiero moverme…
Las palabras de Shakespeare se diluyen…



Amigo Bukowski

(“…Hay un pájaro azul en mi corazón que quiere salir
pero soy duro con él, le digo quédate ahí dentro,
no voy a permitir que nadie te vea…”. Bukowski)
  
Deambulo por la ciudad.
La noche entra muy despacio.
La noche penetra en la antesala del tiempo
Y me has venido a la memoria
amigo Bukowski,
he visto tu gran cuerpo riéndose en la noche.
Bebemos cerveza
y fumamos hasta hartarnos
y nos acoplamos en cualquier plaza
a mirar la luz de los pájaros
a contarnos secretos
entre sábanas y camas revueltas.
Tu ronca voz me susurra:
“estamos aquí para reírnos del destino,
y vivir tan bien nuestra vida…
que la muerte temblará al recibirnos” .
Me haces reír, reímos a carcajadas
Me has invitado a tu hotel de periferia
con las mujeres del mundo
y me dejo llevar .
No lo hagas ¡me dijiste al oído!
“A no ser que salga espontáneamente de tu corazón
y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas
no lo hagas”.
Árboles de Enelbos, Olmos, Encinas
entre brumas me guían
y tus pájaros azules
y mis pájaros verdes
se acoplan al brindis de Thánatos
y Eros nos quema por dentro.
Hay fuentes luminosas en tus manos.
Nada es eterno y me besas.
La noche es tuya
y yo me dejo llevar en tu costado.



Resistencia

Me desplazo
a otros mundos
habitables de voces
donde reina la luz y las sombras.
Allí siembro la huella
de una parte mía.
Estoy viva.
Me he escapado por la puerta oculta,
de un laberinto oscuro
con rostro de rezos y letanías,
de máscaras y apariencias.
He sobrevivido en la oquedad
más oscura del alma y el cosmos
donde pensé que habían robado
mi tiempo y sonrío,
al sentir que estoy viva
y aún en el infierno me he mantenido intacta.
La noche más temible
no ha podido con mi luz.
He resistido.
Tengo un cuerpo fuerte,
tengo unas vísceras de armas tomar,
tengo un corazón de acero
con sangre a flor de piel
por las tristezas que veo.



Renací en las sombras

Renací en las sombras
donde no caben las palabras
mis labios incontenibles
y tus manos
y un valle abierto.

Con cautela mi quebrantado
cuerpo deposito
en tu cuerpo y en tu piel
más viento y más frágil.
Y sentir que soy tu aliento
entre la espiga
en la orilla de la noche,
el deseo imaginable
el lento océano.



Soy tanto de tí

La luna va ocultando
su rostro blanco
bajo la marcha triunfal
de la tormenta.

La música inunda
el corazón oscuro
de golondrinas eclipsadas.

El viento acecha de cuajo
tu costado
que me abruma
y que me enciende.

Hasta el polvo improbable
el infinito
y minúsculo universo,
habitan en el hueco
entrañal de mi existencia,
en la mísera piel
de cristal envejecida.

Oh tierra opaca
perfume otoñal
en que me envuelvo,
porque  soy tanto de ti…
de nada…



Ahora

Quizá impasible
he llamado a la muerte.
Nunca sus dedos se hincaron
como ayer
como un sollozo
como un pecho encabritado.
No Amor,
no beses
el rostro delirante
de la muerte,
su aroma
afrodisiaco,
deja su anhelo
de alas oscurísimas
que se escapen
por corrientes desoladas
¡desérticas corrientes!
sombra para siempre.
Y dime noche
el olor de tu rostro
entre el aliento
de mi boca
fermentada.
Ahora.
un instante ciego
besa mis pechos de celindas
o cubre fugaz mi sexo
de tumultos
en este tiempo
un instante ciego.


Lola Caballero es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.