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Somos diferentes, somos semejantes,
una igualdad en el crisol de la Tierra;
pero, esa igualdad y ese contraste,
nos baña en terma añil de tarde yerra.
Dicen que la Tierra está globalizada,
que hoy ya no existen las fronteras;
¡que se destilan costumbres desusadas,
del dulce fruto del árbol de las quimeras!
Pues que, la identidad nos pertenece,
yo quiero un mundo interactivo
que, enseñe lo que oculta y lo que ofrece,
y que ofrezca un intercambio equitativo.
Donde podamos aprender a convivir
a través del contacto de culturas.
Quiero la luz de la mañana elegir
o elegir dormirme a oscuras.
Quiero sentir que soy nativa de la vida,
sin importar el color de mi equipaje;
y en un campo de labranza discutida,
quiero sembrar los mil y un lenguajes.
Y ya que somos barro de un mismo espacio,
que tomamos un mismo punto de partida;
quiero que la interculturalidad sea el prefacio
del gran libro donde está escrita toda vida.
Publicado en la Antología “Poemas por la
Interculturalidad”