Don Quijote en tierras norteafricanas

Antonio Bravo Nieto
A los lectores que se adentran por vez primera en la lectura del Quijote, les puede resultar sorprendente encontrar en sus páginas numerosas referencias al norte de África, cuando podían pensar que su paseo literario les llevaa exclusivamente por tierras manchegas. 

Pero es que para España, el siglo XVI resulta una centuria plenamente mediterránea, en la que el país despliega un enorme esfuerzo por sus mares y costas.

Esta política de Felipe II se desplegó por la denominada Berbería y fue la causa de que muchos españoles tuvieran una experiencia directa de sus tierras, como fue el caso del propio Miguel de Cervantes en Lepanto, Argel, Túnez, La Goleta y Orán. Podemos decir que nuestro autor fue un testigo de excepción de aquella época y existen numerosas referencias en el Quijote que nos remiten a esas vivencias. Pero además, también encontramos en esta obra la herencia de un mestizaje pasado que todaa se podía rastrear en la sociedad española del siglo XVI. Reflejo de la mezcla de culturas y diferentes realidades que haan caracterizado a los reinos hispanos durante la Edad Media. Ambiente que propicia las múltiples alusiones al que podríamos denominar como “el otro” en la sociedad española del siglo XVI: el hispanomusulmán.

Éstas continuas referencias “arábigas” que encontramos en el Quijote no están fundadas por tanto en la fantaa, sino en la experiencia, ya proceda ésta del pasado o del presente. Esta presencia tal vez explique que Cervantes elija a un personaje ficticio llamado Cide Hamete Benengeli para escribir la obra y que leamos noveléscamente que fue traducida del “arábigo” al castellano “para universal entretenimiento de las gentes”.

Tampoco es casual que, a la hora de documentar estas notas, haya caído en nuestras manos una conferencia del que fuera inspector de Enseñanza Media en Melilla, Juan Martínez Ruiz, con motivo de la Feria del Libro de 1970. La conferencia que hace 35 años pronunció el que luego llegaa a ser profesor universitario, se llamaba África en el pensamiento de Cervantes, y en ella analizaba los momentos más intensos de este vínculo.

No cabe duda que la biograa cervantina le sitúa intensamente en este continente. Cervantes nace en 1547, momento en el que se iniciaba en Melilla un intenso programa de obras que finalizaa con la construcción de la puerta de Santiago, por lo que podemos decir que ambos son coetáneos. Unos años antes, en 1533, encontramos como pagador de éstos trabajos  a un tal Rodrigo de Cervantes, personaje que pudo ser alguien del círculo familiar más cercano del futuro escritor, según señaló Francisco Mir Berlanga.

Posteriormente, en 1571, Miguel de Cervantes participó en la batalla de Lepanto, y dos años después en la toma de la Goleta en Túnez. Pero este periodo finaliza con un acontecimiento luctuoso que le iba a generar graves problemas; en 1575 fue capturado por piratas berberiscos y estuvo cinco años cautivo en Argel, hasta 1580 cuando pudo ser liberado previo pago de un rescate.

En estos momentos Melilla aparece en la vida de Cervantes, aunque de un modo negativo. En 1577, un melillense renegado llamado Miguel Dorador abortó la fuga del escritor delatándolo al rey de Argel. Dorador es un personaje controvertido, fruto de una época de contradicciones y que desempeña en esta historia el papel de malvado. Rafael Fernández de Castro investigó su biograa en varios trabajos de finales de los años cuarenta, y gracias a él sabemos que nació en Melilla en 1557 y era hijo de una esclava de color convertida al cristianismo, lo que pone de manifiesto lo reversibles que podían ser entonces las creencias religiosas.

Estos años le permitieron a Cervantes conocer muy de cerca las formas de vida de la capital de la piratería mediterránea, costumbres que luego reflejaa en algunas de sus obras. Incluso después de su liberación, Cervantes volverá una vez más a estas costas de Berbería, y en 1581 visitó brevemente la entonces ciudad española de Orán.

Pero, ¿cómo se refleja este cúmulo de experiencias en el Quijote?. Si nos adentramos en la novela, existen dos momentos que revelan este mundo de mestizaje que desborda las fronteras de La Mancha:

-  La primera es la historia del cautivo: verdadera novela dentro del Quijote, que está cargada de referencias autobiográficas del propio Cervantes durante la estancia en Argel. Este capítulo también es una magnífica secuencia de la política africana del momento pues se narra la toma de Túnez y la pérdida de la Goleta, que para el cautivo era “oficina y capa de maldades”. Al respecto nos narra el suceso con pelos y señales, incluso utilizando un vocabulario propio de los ingenieros militares del momento.

-  La segunda es la historia del morisco Ricote que ofrece una interesante y desgarradora visión de su destierro de España, “Doquiera que estamos lloramos por España, que en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural”.

Un español cristiano retenido en un entorno musulmán y un hispano musulmán desarraigado de un entorno cristiano. Paradojas de un mundo cambiante.

En toda la obra se manifiesta el conocimiento de palabras fruto de la convivencia de cristianos, musulmanes y hebreos en una edad media ya finalizada pero que todaa se haa muy presente. Este pasado medieval es reencontrado por Cervantes en el norte de África: una población heterogénea de turcos, argelinos, eslavos, griegos, españoles, italianos, que hablaban, como ha dicho Martínez Ruiz, la Llingua Franca, una especie de mezcla de todos los idiomas y forma de hablar utilizada en toda la Berbería y hasta en Constantinopla, con la que podían comunicarse los cautivos con turcos y argelinos.

Y no sólo se utilizan vocablos arábigos, sino que Cervantes ofrece noticias de todo tipo, como el capítulo que reseña los leones que venían de Orán, en un momento en el que efectivamente todaa existían numerosos leones en las montañas del Atlas, no tan lejanas de Melilla.

Hay que señalar que en la realidad española contemporánea, nuestra ciudad es desde luego lo más parecido a ese ambiente heterogéneo y de mezcla que a Cervantes le tocó vivir, y que resulta uno de los aspectos más interesantes del Quijote.

Sin embargo y a pesar del sufrimiento vivido, existe una añoranza del escritor por el mar. Parece que sueña Cervantes con volver y Don Quijote nos confiesa ya casi al final del libro sus deseos de pasar a Berbería, “donde con la fuerza de mi brazo diera libertad ... a cuantos cristianos cautivos hay en” ella. Experiencias vitales que se convierten en sentimientos y después en literatura universal. Tal vez esta realidad queda bien explícita casi al final de su vida literaria cuando Don Quijote explica a Sancho un hecho legendario protagonizado por el general romano Escipión Emiliano a su llegada a África, cuando tropezó al saltar a tierra y sus soldados lo tuvieron por un mal presagio, pero Escipión se abra al suelo y dijo ”no te me podrás huir África, porque te tengo asida y entre mis brazos”.

Antonio Bravo Nieto
Cronista Oficial de Melilla