Poema de Juan A. Pellicer











EL HIMNO DEL NUEVO DÍA

Perdidos entre los escombros de la vida

vamos recogiendo los restos que nos van quedando;

perdidos entre el espanto de la muerte

vamos construyendo –acaso sin saberlo-

otro momento para llamarlo mañana.

Cesaron los trinos y las campanas tañeron

casi llorando a tragedia y desconsuelo;

solas quedaron las godetias y pensamientos,

solas las gardenias y el clavel del poeta.

¿Donde mirar que una pena no encontrar?

¿Dónde acudir sin un lamento recibir?

¿Dime donde una sonrisa, una esperanza,

una ilusión indemne escapada de la desgracia?

Son momentos de desconcierto

dejados por los arrebatos de la tierra

que a nuestros pies se despereza;

corazones sobrecogidos escondidos en un puño;

voces que callan y esperan

otro silencio partido por un rugido que hiela.

¡Calla! ¡Calla!

calla que oiga la vida,

que quiero sentir su alegría,

que quiero convertir la paz del silencio

en el Himno del nuevo día.

(Jpellicer)