Poema de Carmen del Pino












COMO UN RATON EN UN PLATO

Uno y uno son dos,

dos y dos son cuatro;

redondo el plato,

redondo el melón.

La luna se pone,

se quita el sol;

yo me amparo

en mi rededor.

El ratón corre del gato,

el gato no es roedor,

la medusa come plactom.

¿Que como yo?

A la una, a las dos,

la brujita viejita

se va de función.

¿Que quiere la bruja,

que pide el gorrión?

La niña no quiere

acabar la canción.

Perico Palote

se fue a la legión,

mi pobre Perico,

se fue, no volvió.

Yo busco, no hallo,

quizás se perdió;

tal vez en el juicio

sin juicio quedó.

Quién sabe, quien halla,

quién dice, quién vio;

si yo no vi nada

usted, menos vio.

No añada mas nada,

no diga, es peor;

no quiera que crea

que, el juicio perdió.

Si pierdo yo el poco

que guardo y abrazo,

en este susurro

de ecos y cazos,

las fuentes de Herodes

saldrán en pedazo.

No digo pamplinas,

no digo tormentos,

yo canto las letras

de todos los cuentos.

Las digo esta noche,

me salen de dentro,

las dicta mi mano

tal cual que mementos.

Y así como salen

se van escribiendo,

se van marchitando;

se va componiendo

la crisis de dentro.

Todo se marchita,

todo se derrite

y se contamina,

y se precipita

hacia una cueva

negra, infinita.

Pero se nos olvida

que hacia allá nos vamos,

y no recordamos

que cuando vayamos

nada nos llevamos.

Nada se nos deja,

ni se necesita,

ni siquiera importa

la luz infinita

que, en el día a día,

cada amanecida

se nos resucita.

Todo es inocuo,

es innecesario;

solo llevaremos

colgado un rosario,

y una crucecita,

y la cruz a cuesta,

y el agua bendita

de nuestro sagrario.

Por eso no entiendo

tanto temerario,

tanto oportunista,

tanto formulario,

y la disciplina

sin los intervalos.

Carpino (Carmen del Pino)