Artículo de Manuel La Parra Ripio


UN MANGUERAZO, POR FAVOR…

A mí me parece bien todo esto de las obras y reobras, con tal de que sirva para algo, pues esa la intención. Pero que tenga a vivir bajo polvos y más polvos, esto ya me parece demasiado. Y si encima son salvajemente abandonados, peor todavía.

Eso es los que les pasa a todos los que les toca la consiguiente obra de la Ciudad, paliando el estado decrépito por envejecido de nuestras arterias. A la vez que da vidilla a una crisis, la que ya en el 2005 al 2007 se la veía venir. Pues de las reservas oro del Banco de España, se vendieron por el gobierno 240 toneladas, y esto es un dinero, que dicho sea de paso ¿dónde puñetas fueron?. Esperemos que las otras 244 que quedaron, no se dilapiden echando luego la culpa a la Seguridad Social, como es costumbre en este estado de la Nación.

Pero siendo esto un “corte de manga” del gobierno al pueblo y a los que anteriormente ahorraron, se molesten o no las JJ. Es la cuestión que desde el 11 M, sólo nos han dado berrinches y debilidades, con el hacer de un “cuento” y su muestrario cambiante, hacia un mal vivir. O sea que peor imposible, con la duda de quién generó esa trama y porqué no se suspendieron las elecciones, que sudor y lágrimas nos están costando. Más ahora con el euro, el ladrillo y el escándalo del Madoff americano.

Y es la cuestión que esta vida esta hecha entre barros y polvos, lo que genera una suciedad constante, que junto a los petróleos y sus manchas, se están cargando ¡no ya el bienestar! del que presumíamos, sino la propia naturaleza.

Pero a lo que iba de “un manguerazo por favor”, que las calles sin previsión de limpieza o de barrerlas con un ¡por lo menos! chorrito de agua, de aquella de la dictadura que con cisterna móvil humedecían a la vez que desinfectaban las calles de ésta Ciudad, haciendo de las obras halagüeño bienestar.

Pero la realidad es que ahora la única previsión es don dinero, el vecino y ciudadano que se ¿vamos a ver como diría yo para que JJ no alardee de sabiondo?, bueno, pues que, se fastidie.

Y así es que, pasando los coches de haberes soberbiosos a velocidades no ajustadas a derecho, entre músicas de rap y hip hip, expande a la atmósfera los obrados polvos, los que sin autorización se cuelan en nuestras casas ensuciándolo todo. Peor que un fumadero de malos tabacos, los que se pegan a las cortinas, a los muebles, a todo. Las narices se obstruyen, el estornudo es un todo defensivo contra los alérgicos polvos, camino de nuestros pulmones. Emanan como si de volcán se tratara, que creíame yo islandes de narices apretadas.

¿Cuánto hace desde que hicieran la zanja?, hemos perdido la cuenta, y estamos perdiendo la calma, que una responsabilidad civil para el obrante, creemos haya. ¿O esto es jauja? para las constructoras. Donde la Sanidad no pinta nada.

Aquí, cada uno hace lo que le da la gana. Que tengo que cubrir los camiones de escombros, pues no los cubro. Que tengo que aliviar el polvo, pues que lo sufran otros. Que tengo que avasallar al vice de las cuatro culturas, pues lo avasallo. ¡Que más da!, luego con lamentar que la crisis impera, pues a “hacer de mi capa un sayo”.

Pero por favor, en la encrucijada de Goya y Fortuny, riéguenlo de vez en cuando. O por lo menos, ¡un manguerazo!.

Gracias señor contratista, gracias por estar tan loado, gracias anticipadas por atender mi llanto, que gracias a este se me quitan los legañazos. Que si legañas fueran, es que habría dormido tanto y bien, ahora que el calor ha entrado. Y mis ventanas abiertas hacen de la libertad camino de asmáticos.

Y no me digan que ponga el aire acondicionado, que por meter, nos mete un chorro de sus polvos, esos que usted ha creado, para “jorobarnos”. Y tenga en cuenta contratista, que no todo el pueblo podemos tener todo lo que se ha inventado. Ni las casa son de pisos altos, gracias a la estética en la que ordenación se ha estancado. Gracias. Muchas gracias

Ahora quedo maravillado de cómo la Juventud de pijo coche amañado, en estos momentos me deleita con su música atronadora de locos avanzados ¡viva el botellón!, que se “jorobe” el viejo que enfermo de un bajo o primero, sufre las consecuencias de tanto vigilante denuedo.

MANUEL LA PARRA RIPIO