Artículo de Adelaida Díaz Gálvez


Una tarde feliz

A veces saco la conclusión que es una cosa casi imposible. Pero si analizamos y nos comparamos con los muchos que de estos no conocen ni la palabra solemos decir algunos. Creo que no merezco tener todo lo que tengo y doy gracias a Dios y si
luego meditamos en lo que decía Jean de La Bruyer, que hay una especie de vergüenza de ser feliz a la vista de ciertas miserias. Opino que a veces nos da la felicidad esas situaciones que nos salen al camino, como son observar la naturaleza, hablar con Dios el valor de la amistad y el triunfo de los demás.
Y así sin esperarlo he tenido una de las tardes mas felices en mucho tiempo. Recibí una mañana una llamada después de casi treinta años de Carlitos como le llamábamos.
Nunca perdí el contacto con su familia pero sí con él escuché su voz ¡que alegría!
Después de hablar un buen rato me dijo por favor no dejes de ir a la presentación de mi libro. Apenas suelo y a mi pesar por causas personales salgo poco y apenas acudo a estos eventos. Y fue maravilloso encontrarme con mis amigos conocidos y con Don José Maria Antón.
Qué emoción ver a Carlitos. De pronto volví a mi lejana juventud a la calle Aizpuru donde pase los mejores años de mi vida con los amigos de mis hijos que ya apenas reconozco, con esos personajes y situaciones, que también describe en su libro él.
Todos tendamos que leer La kábila de Tzen pues son parte de nuestra historia de nuestra Mellilla. Me gustó mucho la charla de Don Carlos Rolin, su facilidad de palabras. No es un libro para tragárselo de golpe, pues son reglamentos de la Asamblea de Melilla y aun pareciendo algo aburrido no deja de ser interesante.
Todos los días los días le dedico unos diez minutos pues soy una gran devoradora de libros. Saludé a todos los que en mucho tiempo no tuve ocasión. Hay una frase que dice que tratamos de ver con el corazón. Y esto me sucedió entre todas las cosas gratas de esta tarde feliz fue ver a Don José Maria Antón fue en el preámbulo de la presentación del libro.
Hacia muchísimo tiempo que no lo veía y mi admiración tan crecida aumentó mucho más. Hablamos de muchas cosas yo me nutria del saber de sus palabras. He sabido que ha tenido como todos los mortales problemas, pero lo encontré muy bien con esa personalidad inigualable. Recuerdo que siempre solía verlo en la puerta de correos hace muchos años y cuando con él hablaba era como si tomara mi dosis de saber, luego comentaba con los míos como el sabio profesor me trasmitía tanto saber.
Y es que tenemos un sabio en nuestra Melilla. Le doy la razón a Carlos Santiago que le dedica su libro.
A Don José Maria que le llenó sus bolsillos de palabras. Yo dedico mucho tiempo de mis reflexiones a este hombre sabio que de muchos niños ya hombres los hizo, unos grandes les dio lo mejor que se puede dar: el saber.

Adelaida Díaz Gálvez, a-diaz@hotmail.es