Poemas de Lucía Pastor Amorós


He vencido

He vencido al miedo incesante
para completar las palabras
que eran pánico en su engranaje.

He vencido a las preguntas necesarias
para acceder a la verdad de palabra.
He vencido actuar como soy.

He vencido a la inquietud de ser humano,
a la vanidad del vacante suicidio.

He vencido al canal de los injustos,
al de los vencidos por desavenencia de tierras.

He vencido al mundo en su decaer de filos,
que en trueques afilaban
hasta los confines del adentró tiempo.

He vencido y venceré siempre,
pues no me queda tiempo ni espacio habilitado
para lo que no es vital del ser de amar.


Hoy digo no tengo miedo

Hoy digo no tengo miedo, pues ya cruce
el cuerpo inerte de un ser querido,
el fuego intenso de horno hambriento,
el tesoro de amor calcinado por el mismo tiempo.

Hoy digo no tengo miedo de un virus alarmante de tiempo,
que solo sabe ser ciencia que evoluciona
para un después sin saber para qué.

Hoy digo no tengo miedo porque siento paz en mí ser,
pero si tengo miedo por los que no sé convencer
en esa misma paz, convirtiéndose en un ritual evocador.

Hoy digo no tengo miedo, ya tuve en antecedentes lugares,
y sólo conseguí un asiento vacante.
Por eso hoy digo al tiempo incesante adelante,
pero cada uno en nuestro descendente
curso variable, pero intenso sin incertidumbre.


Oigo...

Oigo quejidos, llantos en tierra de devotos.
Oigo calvarios para unos cuantos.

Oigo que murmullan hambre
y no existe el pan
que ocupe el hueco en su estómago.

Oigo lejos palabras
que en diccionario existen
y en vocablo se esconden.

Oigo un lugar que el cielo apremia
y otro que en el infierno acecha.

Oigo tanto revuelo que no sé
si somos causa de él,
o causantes de su ruedo.

Oigo y no quisiera oír tanto,
pero me apremia para aprender
en este mundo de intelectos
de palabras como de nada.

Oigo y oiré siempre lo que del cielo llegue
aun sea en tierra hundida la que me rija.


Me columpiaré
hacia el imán
de tu luz.
De su forja
haré un gran puente
de esperanza
para que acabe
estas destemplanzas
de ser prisionera de no sé de qué...


Veo

Veo este fin confinamiento entre en mis versos,
desde un remanso de paz a un territorio de soledad.

Veo un caminar en decisión a un bienestar personal,
amenazados a ver agonías en profesión de salubres fuerzas.

Veo descensos de libertad sin decisión de verdad
en palabras que solo amenizan a su semejanza.
Las del ser humano mediadores de excesos.

Veo un final en el empezar de mi cuna,
sin enmascarados ni distancia de cielos
acallando el tiempo.


Me acostumbré

Me acostumbré a las razones de vida,
a la escasez de sonrisa, a la bondad dicha.

Me acostumbré a sonreír en tristezas,
a vibrar entre desdenes de tierra.

Me acostumbré al encierro de luces,
de incontenibles cierres.

Me acostumbré a los peldaños de cada paso cruzado,
de cada rasgo tratado

Me acostumbré a ti, a mí entre fuerzas de tempestades,
a corrientes de cauce de un mismo río.

Me acostumbré al cáliz de un mismo ruego,
a padecer de un campo verde de maduro vuelo.

Pero no me acostumbro es a saber del no amar,
cuando se trata de ajenos acuerdos no dados.


Te veo luna

Te veo luna
y veo tan lejos la tierra.
Te veo luna
y veo los vacíos de cielos.

Te veo luna
y quisiera ver
siempre
esa voluntad
de ahora dada.

Te veo luna
y me acuerdo
de la lejanía,
que a veces
los seres humanos
creamos estando cerca.

Te veo luna
y veo la luz celestial
de mis ancestros,
creando tiempos
y lugares terrenales
para iguales.

Autora: Lucía Pastor. Poemas escritos en este confinamiento,
incluidos  en  mi dos últimos el  libro “La semilla no dada”  “Delirios”.