Relato de Marta Dunphy

POR FAVOR, EXPLICÁDMELO QUE NO LO ENTIENDO…
(Y otras historias sin sentido)
PRÓLOGO, LOS ALBORES DE ESTA EXTRAÑA LOCURA
Hace años, una señora un tanto alocada que se hacía llamar Ginebra (si, si, como la mujer del Rey Arturo... o más bien como su trago favorito...) me dijo que tenía un talento especial. Algo sobre no se que, de que Marte se alineó con Júpiter el día que nací y desde entonces y hasta que los jinetes del apocalipsis viniesen con sus temibles guadañas a cosechar las perdidas almas de la tierra mi nombre sería grande. 
(Por cierto, que me dio un poco de yuyu cuando me enseñó la dichosa cartita de la muerte encapuchada con la guadaña, vaya cosa más tétrica y no veas las pesadillas que he tenido durante años sobre ella desde entonces). Si, si, lo sé, como una cabra estaba la señora. Si no fuese por el hecho de que me lo dijo muy seria en el salón de mi casa y que se trataba de la mejor amiga de mi tía abuela Clotilde, te prometo que me habría reído en su cara y me habría marchado. Pero claro, está feo hacerle eso a una señora de noventa y ocho años, que lleva cartas de tarot y una bola de cristal en su bolso de flores, que no recuerda el día en el que vive y que, para colmo de males, está convencida que es la vidente más poderosa del universo. Pobre.
Sinceramente, no me creí una palabra de lo que dijo (no me digas que tú te lo habrías tragado, porque vamos, hay que estar muy ido para creerse semejante bobada) pero lo cierto y verdad es que desde entonces me han ido pasando las cosas más extrañas que te puedas imaginar. Por eso y, visto que no consigo deducir que está pasando con mi vida, pues te lo cuento para ver si, por favor, tú me lo puedes explicar, porque sinceramente yo no lo entiendo...
¿Por dónde empiezo? Bueno, antes de todo darte las gracias por escucharme, si... ya sé que eres mi loquero y que te pago un pastón cada mes para que aguantes mis tonterías... pero aún así... gracias. No sabes cuánto necesito contar estas cosillas que me traen por la senda de la locura y ver si un ser tan hábil y razonable como eres me puede explicar que son estos extraños sucesos... porque yo no los entiendo, de veras que no...
Tal vez con tu ayuda consiga salir de este estado mental que tanto me replanteo... o tal vez acabes tan loco como tu paciente... ¿Quién sabe? ¡Esto promete ser divertido!
Vale, vale, no me enrollo más, que se que tu tiempo es oro y el mío, bueno, digamos que nunca está bien tirar el tiempo por la borda, siempre te falta cuando más lo necesitas y, por tanto, está feo desperdiciarlo cuando te sobra.
Empecemos pues por el primer día...por aquel soleado día de otoño en el que Clara me prometió que me daría el CD que aún a día de hoy sigo esperando...
Continúa.
Marta A Dunphy-Moriel