José María Herranz Contreras, poemas

Poema inédito (del libro “Alquimia”)

Dama luminosa,

bosque encantado,

dioses eternamente

jóvenes, cabalgando,

cabalgando las riendas

de un blanquísimo unicornio

en la infancia medieval

de este ensueño táctil, ciego.


            Tu pálida y hermosa desnudez

levanta remolinos otoñales

de hojas mágicas,

árboles vivísimos y ancianos,

musgosos brocados,

jóvenes eternamente

deificados, cabalgando,

cabalgando a la dama

prisionera del bosque

pero dueña del alma del mundo.

 

            Engéndrase así el tiempo,

lento y voraz como el fuego

vibrante, como el viento

arrasador, como el agua

en su espejo, como la tierra

de la diosa germinal.

 

            El sexo en el bosque

es sagrado, la dama luminosa

expande en silencio su trueno

destructor, tu cabeza estalla

en orgasmo de luz omnipotente

y en extraña cópula

feliz y hermafrodita.

 

            Jerarquía de dioses cabalgando

las riendas luminosas y vibrantes

de la juventud.

Bendita inocencia.

Bendita ignorancia.

Bendita cópula sagrada

que nos une al pueblo inmortal.

 

            Dama luminosa eternamente

extática

en el centro del bosque.

Su mirada retumba el pensamiento

y el desnudo adolescente se le ofrece

en total abandono.

Cabalgando,

cabalgando el milagro imposible del mundo.


Poema inédito (del libro “Navegante lúcido”)

Ardido en otro mundo

 

 “His eyes are the eyes that transmit all they know

The truth burns so bright it can melt winter snow

A towering shadow so black and so high

A white sun burning the earth and the sky.”

 

The Who.

 

Los ojos de ese niño expresan la verdad.

En el sueño te escruta un silencio crepitante:

el niño te conduce por parajes sonámbulos.

 

            Los sueños infantiles son verdades sin templos.

Abre tu corazón a lo que el niño conoce:

la verdad quemará lo inservible de tu vida.

 

            Este niño en el mundo impulsa la corriente

de tu cuerpo en el cauce, y el amor nos deslumbra.

Inservible tu vida manará la verdad.

 

            El niño desde el sueño señala lo invisible.

La verdad resplandece como torre quemada.

Camina entre las llamas el niño hacia tu gozo.


            Pero morir no puedes porque engendras al niño

y como padre debes redimir tu cordura.

Es un dios quien alcanza a comprender esa cárcel.

 

            Los amantes son hombres, palabras esculpidas,

negación de la ley, sexo santificado.

Quién eres desconoces pero el niño lo observa.

 

            Todo niño es un sol ardido en otro mundo.

Cuando tú fuiste niño los arcos se quebraban,

los arcos eran sendas transitadas por árboles.

 

            Te arrojaste desnudo a este viaje inconcebible,

desnudo como un hombre buscando compañero,

y los besos del padre tu corazón desploman.

 

            Todo padre es un niño que los dioses florecen.

Todo niño es un dios redimido del infierno.

Un dios es un enigma y tú su salvación.

 

            Te abrasa la verdad de saber que lo incierto

es la norma del mundo, los dioses se deshacen

como arena en los dedos, como inmutable nube.

 

            El mundo se disfraza de sucia realidad.

El niño sólo entiende lo que todos le ocultan.

La realidad es clara e invisible a tus ojos.

 

            ¿Quién es dios sino un niño, proyección de un reflejo,

la mentira absoluta, la verdad tan suprema?

Las cadenas reposan en la mente tu crimen.

 

            Pues dios es el sangrante cordero de los papas,

la víctima coránica, el reo de la ley.

La diosa es el sagrado fluir de nuestro sexo.

 

            Los nombres inocentes reposan en los niños,

aquellos que describen las cosas, no sus velos.

Se esconde en tu palabra lo que ellos atestiguan.

 

            El más allá carece de infierno o paraíso;

sólo hay manos desnudas, horizontes sin tregua.

Pero el niño libera lo que crees que no fuiste.

 

            Y quien eres ardiendo retumba así en la noche.


Poemas publicados

 

Del libro  “Personajes”


enredados en la world wide web

en el inmenso basural del pensamiento

somos sujetos de consumo

objetos de la tiranía

esclavos del dow jones y del nasdaq

 

Del libro “Arte de la danza”:

 

Falsos altares

 

Oh Descartes nos contempla viendo amanecer

completamente amnésicos.

Yo soy la persona que buscas.

Yo soy la música que tienes que bailar.

 

Se reconocen así los filósofos adolescentes

en los altares de las discotecas

entre laberintos de cocaína,

y yo contigo tengo que vivir,

quiero ser feliz.

 

Cuál es la belleza desnuda de la danza, lo ignoran.

Sin embargo, giran sus noches alrededor de la pista

y eligen sus amantes sin demasiado esfuerzo.

 

Ven a vivir, ven,

las flechas del amor,

tengo que vivir,

quiero ser feliz,

despierta en mis brazos sin saber quién soy

viendo amanecer completamente amnésicos.

 

Del libro “Las razones del lobo y Sofismas”

 

            Dime cómo hacen el amor las ruinas

para no ir;

seré como tú ordenes, seré como me mandes

y la cola de conejo nuestro mártir.

Cuánto goce retienen los hombres en mis brazos

cuando se buscan, charco en que tropiezan

porque ansían que los mate de igualdad imposible

a riña o condición;

los hombres creen poseerme

cuando sobre mí se alcanzan

e ignoran qué gruta los domina

con sólo mirarlos de lado.

Qué ridículos están en calzoncillos

cuando a la luz de la vela sus carneros orales maman;

ellos me fuerzan, ellos me obligan a postrarme,

ellos me cabalgan de rodillas

sin saber que los detengo,

contra mi parachoques inmanente, su trascendencia muda,

roto su anhelo, rota la pala y la caricia,

trozos de estériles millones.

Sabias las mujeres que dominan a los hombres:

ellas nunca procrean más de sí,

no fusionan los tabiques, no se olvidan,

hacen su inversión lo más directa de miel

con el secreto y la bota que los pierde;

cuando los hombres me maltratan, se laceran ellos mismos,

cuando buscan mi agonía, prolongan más la suya,

cuando roen de mi amor, los lleno de cadenas.

Será como ellos dicen, será como sociales letanías

mi falda plisada en raso negro

y su volcán de duda, apariencia de cariz;

será como ellos cuentan, será como el pronombre de la Historia

su tango prudencial de mitra rasa

y sus dominancias invertidamente ilusas,

rectos por temblor de curva,

masculinos por su cadáver hembra,

castrados con su falo redentor, por el vacío que los muerde.