Alejandro Vico Alonso, poemas


El niño de la armónica

Bajo la misma encina,

sentados en el mismo banco.

 

Contemplaban el horizonte,

en un atardecer de brillante color rojo herido,

y un manto de verde hierba

lleno de floreado y vivo colorido.

 

Recuerda con su armónica,

sonidos y notas, que el abuelo le enseñó,

cuando tomaban el fresco en aquel lugar cómplice,

de atardeceres primaverales, que tanto le  enganchó.


Los ojos a veces, de lágrimas arrasados y la mente puesta,

en tiempos muy pasados.

Como una película en blanco y negro, ve los recuerdos,

uno, a uno…todos jalonados…

 

Con el verbo primario que da la fuerza de la sangre,

hierve esta,  en un mismo sentido

cuando ha sido tanto, el sentimiento compartido.

 

En el cálido y soleado atardecer;

el chico contempla la vieja armónica,

y va tocando los mismos acordes que su Abuelo le enseñó.

En la vieja  encina, en el mismo banco de piedra;

donde una mala tarde, solito lo dejó.

 

Ese niño,  sigue tocado las melodías que de su antepasado aprendió,

bajo la misma encina, en el banco, con su bota de vino añejo, y los bellos

recuerdos, ahora que él:  ¡También ha llegado a viejo!



Entre la valla y las puertas

¡Quisiera que entendieras!

Te pido que te pongas,    que fuiste emigrante,

lo que de mis zapatos resta

y  llamaras a mi puerta.

 

Me he convertido en  fugitivo

de la guerra y de sueldos exterminados,

porque sus ricos yacimientos, fueron arrasados.

 

Después de largas caminatas.

Después de tantos soles, huyendo de la guerra.

Después de tantos fríos, en mis noches inciertas.

Soy uno más,  de cientos de noches de ojos abiertos,

por fin, he podido llegar a este  lugar,

donde encuentro unas vallas  que no tienen puertas.

 

Te lo puedo jurar:

Que no soy yo, quien provoca los conflictos que me hacen huir.

Que son intereses bastardos que arrasan las riquezas de mi país.

Yo quisiera estar escuchando bonitas historias de caza, bajo el viejo baobab,

al calor de la hoguera,  -. Si las piedras ambiciosas no existieran !!!


Te lo puedo jurar:

Que no quisiera estar escondido como si fuera un delincuente,

yo también he tenido familia, estudios y un  hogar,

 y  no quisiera suponerte una molestia,  ocupando este lugar.

Yo quiero  enterrar en blancas cenizas, las oscuras ambiciones,

que hacen de mi patria, un infierno de miseria y maldiciones…

 

Las balas me hicieron correr, sin orden ni concierto

desorientado, asustado y sin rumbo abierto.

¡Por eso estoy en tu país!

Sin papeles, manejado, mojado, molestando  y hambriento,

convertido en un fugado de una vida que cada día, es más incierta,

llamando a tu puerta, esa puerta, que nunca encuentro abierta!

 

No sé quien maneja estos hilos,

yo solo quería un futuro en mi tierra.

Paz en mi país.

Pero un maldito día, niños como yo, vestidos de soldados,

me empujaron a huir…

 

Y aquí me encuentro, sin saber qué hacer,

si correr hacia adelante, o hacia atrás,

para acá, o para allá, nadie escucha mi voz,

por mucho que quiera gritar…

 

Miro al cielo implorando al gran Dios, si me puede ayudar,

pero solo veo una valla asesina,  que yo no puedo saltar.

Es una valla sin puertas,  que no logro  atravesar...

 

Este pueblo  de Melilla, que siempre fue, acogedor,

Crisol de mil y una culturas,

hoy puedes ser mi sepultura, o puedes ser mi salvador...

 

¡Sea hoy lo que sea!

Quiero que sepas de antemano, que te pido perdón,

que solo soy responsable de huir de mi  desgracia que es;  ser de distinto color…

Que este conflicto planteado, no lo he creado yo.

Solo busco un futuro como hicieron tus fundadores.

como hiciera Pedro de Estopiñan,

quiero un lugar donde pueda reinar la Paz…

 

No quiero que haya guerra en mi país.

Quisiera de una vez por todas, que volviera a resurgir.

Y yo,  a esta penosa y larga caminata,  le pueda  poner  su punto final…  


Autor:   Inmigrante.

“Baobab” Árbol  emblemático de Senegal.


Alejandro Vico Alonso es delegado en Jaén de la Unión Nacional de Escritores de España.