El niño de la armónica
Bajo la misma encina,
sentados en el mismo banco.
Contemplaban el horizonte,
en un atardecer de brillante color rojo herido,
y un manto de verde hierba
lleno de floreado y vivo colorido.
Recuerda con su armónica,
sonidos y notas, que el abuelo le enseñó,
cuando tomaban el fresco en aquel lugar cómplice,
de atardeceres primaverales, que tanto le enganchó.
Los ojos a veces, de lágrimas arrasados y la mente puesta,
en tiempos muy pasados.
Como una película en blanco y negro, ve los recuerdos,
uno, a uno…todos jalonados…
Con el verbo primario que da la fuerza de la sangre,
hierve esta, en un mismo sentido
cuando ha sido tanto, el sentimiento compartido.
En el cálido y soleado atardecer;
el chico contempla la vieja armónica,
y va tocando los mismos acordes que su Abuelo le enseñó.
En la vieja encina, en el mismo banco de piedra;
donde una mala tarde, solito lo dejó.
Ese niño, sigue tocado las melodías que de su antepasado aprendió,
bajo la misma encina, en el banco, con su bota de vino añejo, y los bellos
recuerdos, ahora que él: ¡También ha llegado a viejo!
¡Quisiera que
entendieras!
Te pido que te
pongas, tú que fuiste emigrante,
lo que de mis zapatos
resta
y llamaras a mi puerta.
Me he convertido en fugitivo
de la guerra y de sueldos
exterminados,
porque sus ricos
yacimientos, fueron arrasados.
Después de largas
caminatas.
Después de tantos soles,
huyendo de la guerra.
Después de tantos fríos,
en mis noches inciertas.
Soy uno más, de cientos de noches de ojos abiertos,
por fin, he podido llegar
a este lugar,
donde encuentro unas
vallas que no tienen puertas.
Te lo puedo jurar:
Que no soy yo, quien
provoca los conflictos que me hacen huir.
Que son intereses
bastardos que arrasan las riquezas de mi país.
Yo quisiera estar
escuchando bonitas historias de caza, bajo el viejo baobab,
al calor de la hoguera, -. Si las piedras ambiciosas no existieran !!!
Te lo puedo jurar:
Que no quisiera estar
escondido como si fuera un delincuente,
yo también he tenido
familia, estudios y un hogar,
y no
quisiera suponerte una molestia,
ocupando este lugar.
Yo quiero enterrar en blancas cenizas, las oscuras
ambiciones,
que hacen de mi patria,
un infierno de miseria y maldiciones…
Las balas me hicieron
correr, sin orden ni concierto
desorientado, asustado y
sin rumbo abierto.
¡Por eso estoy en tu
país!
Sin papeles, manejado,
mojado, molestando y hambriento,
convertido en un fugado
de una vida que cada día, es más incierta,
llamando
a tu puerta, esa puerta, que nunca encuentro abierta!
No sé quien maneja estos
hilos,
yo solo quería un futuro
en mi tierra.
Paz en mi país.
Pero un maldito día,
niños como yo, vestidos de soldados,
me empujaron a huir…
Y aquí me encuentro, sin
saber qué hacer,
si correr hacia adelante,
o hacia atrás,
para acá, o para allá,
nadie escucha mi voz,
por mucho que quiera
gritar…
Miro al cielo implorando
al gran Dios, si me puede ayudar,
pero solo veo una valla
asesina, que yo no puedo saltar.
Es una valla sin
puertas, que no logro atravesar...
Este pueblo de Melilla, que siempre fue, acogedor,
Crisol de mil y una
culturas,
hoy puedes ser mi
sepultura, o puedes ser mi salvador...
¡Sea hoy lo que sea!
Quiero que sepas de
antemano, que te pido perdón,
que solo soy responsable
de huir de mi desgracia que es; ser de distinto color…
Que este conflicto
planteado, no lo he creado yo.
Solo busco un futuro como
hicieron tus fundadores.
como hiciera Pedro de
Estopiñan,
quiero un lugar donde
pueda reinar la Paz…
No
quiero que haya guerra en mi país.
Quisiera de una vez por
todas, que volviera a resurgir.
Y yo, a esta penosa y larga caminata, le pueda poner su punto final…
Autor: Inmigrante.
“Baobab” Árbol emblemático de Senegal.
Alejandro Vico Alonso es delegado en Jaén de la Unión Nacional de Escritores de España.