Una donación patriótica: la del crucero "Río de la plata"

Artículo de Diego Quevedo Carmona

Corrían los últimos años del siglo XIX, y las escaramuzas permanentes que las tropas españolas destinadas en las posesiones de ultramar recibían continuamente, no presagiaban nada bueno, hechos que desembocarían en la desigual guerra contra Estados Unidos de 1898.

Aquellos hechos hicieron que la importante colonia de españoles residentes en Argentina y Uruguay, en la zona conocida por el color de sus aguas como “Mar del Plata”, decidieran hacer una serie de eventos para recaudar dinero, con el que pretendían adquirir un buque para la Armada española que pudiera ayudar a reforzar la presencia militar española en aquellas aguas tan alejadas de España.

Para ello, con fecha 23 de marzo de 1896, un grupo de españoles fundaron lo que dieron en llamar “Asociación Patriótica Española”, siendo una de sus primeras acciones, la de hacer saber al Gobierno español que pretendían hacer colectas para recaudar el dinero preciso para tal fín, intenciones que como es lógico fueron recibidaS de sumo agrado.

En consecuencia, con fecha 12 de junio de 1897, el Gobierno español encargó a los astilleros franceses de “Forges et Chantiers de la Mediterranée”, factoría de El Havre, la construcción de un buque, casi gemelo de una pareja recién entregados por el mismo astillero al vecino país de Portugal, los “Sao Raphael” y “Sao Gabriel”, y que la Armada española decidió que se habría de llamar “Río de la Plata”, en reconocimiento a la generosidad de estos españoles allí residentes.

Una vez ordenada su construcción, cuyo presupuesto ascendía a la nada despreciable suma de 4 millones de francos y como paso previo a todos los actos que vendrían después, una de las primeras acciones que tomaron aquellos españoles fue ordenar la acuñación de unas bonitas medallas -en sus versiones de mano y colgante-, que venderían entre quien quisieran colaborar con tan noble causa en la primera de las varias fiestas que ya se empezaron a organizar, a la que seguirían varias más. Corría el otoño de 1897.

En el anverso de dicha medalla, -de pequeño tamaño, sólo 28 m/m lo que propiciaba utilizarla como adorno en un collar o pulsera-, se representaba la silueta del aún nonato crucero visto por su amura/través de estribor, coronado por la leyenda “ASOCIACIÓN PATRIÓTICA ESPAÑOLA”, mientras en el reverso, en bordura de laureles, podía leerse en renglones sucesivos que la misma era a beneficio de la construcción del citado crucero.

La cosa no habría de quedar ahí, pues además las comidas y cenas en las fiestas que se organizaron serían regadas por un excelente “Vino de Málaga seco extra” cuya elaboración y embotellado se encargó a las afamadas bodegas bonaerenses de “Berraondo Villamil & Cía”, que se sumarían a la causa donando parte de sus beneficios.

Para no dejar nada a la improvisación, incluso se compuso una polka para piano, cuyas melódicas notas invitaban a bailar a los asistentes a los eventos, la cual sería compuesta por el músico argentino Folleti, que igualmente cedería sus derechos.

Al buque le sería puesta la quilla en los citados astilleros franceses el primero de octubre de 1897, siendo botado casi un año después, el 17 de septiembre de 1898, cuando se acababa de consumar el desastre de nuestra escuadra en Cuba y Filipinas. Tras las preceptivas pruebas de mar, finalmente sería recepcionado el 30 de junio de 1899, suponiendo en su día ser el primer buque de la nueva hornada de unidades dadas de Alta en la LOBA (Lista oficial de Buques de la Armada), tras la guerra con los Estados Unidos.

El nuevo buque, sería catalogado como “crucero protegido” por tener lo que se llamaba “cubierta protectiz” con un grosor de 10 a 20 m/m, resultando tener 76 mts. de eslora, 10,8 de manga y 7,10 de puntal, con un calado de 4,70 mts. y 1950 toneladas de desplazamiento. Su armamento era bastante completo, con hasta una docena de cañones, a saber, 2 de 140 m/m, 4 de 105 y 6 de 57, que constituían su artillería principal, que se complementaba con 4 ametralladoras de 37 m/m. La planta propulsora corría a cargo de 4 calderas de carbón, que le daban la nada despreciable velocidad de 19 nudos, con una autonomía de 2500 millas a la velocidad económica de 12 nudos. Su dotación era de 250 hombres, al mando de un capitán de fragata.

Nada más comenzar el año 1900, último del siglo XIX, y al mando del CF don Jacobo Mac-Mahón, se dispuso que el flamante crucero se estrenara con un periplo por aguas sudamericanas, siendo su principal misión recalar en puertos argentinos y uruguayos, para que aquella espléndida colonia de patriotas españoles pudieran apreciar y visitar el buque en el que el gobierno español había invertido el dinero de sus donaciones.

A lo largo de las diversas escalas que realizaría en aquellas aguas, los festejos se sucederían bajo un ardiente fervor patriótico de los concurrentes, imprimiéndose por ejemplo por parte de la Armada unas cartulinas de recuerdo, que se entregaban a las personas que subían a bordo como recuerdo de su visita.

En marzo, (1900), recibiría en Buenos Aires su bandera de combate, que llevaba bordada la leyenda “A la gloriosa España, las damas argentinas y uruguayas”.

De vuelta a España, en 1903 volvería a cruzar el Atlántico, donde representaría a nuestro país en la expo de New Orleans de 1903, lo que volvería a subirlo a la popularidad, apareciendo a partir de ese momento su imagen en diversas portales y en cromos que los niños coleccionaban, sobre todo de los que venían de regalo con las tabletas de chocolate.

Los años siguientes transcurrirían para este buque patrullando las aguas de jurisdicción española, tanto peninsulares como insulares, así como las de los territorios del AOE (Africa Occidental Española), interviniendo también activamente en  operaciones militares en la costa de Marruecos.

Al comienzo de la década de los años 20, sus cuadernas ya acumulaban muchas millas, siendo inmovilizado en julio de 1921 para servir en Barcelona como escuela y alojamiento de las dotaciones de la recién creada “Aeronáutica Naval”.

Esta nueva labor docente la desempeñaría junto al histórico pontón “Cocodrilo” durante los siguientes 2 lustros, causando finalmente Baja en la LOBA tan solo dos meses de la instauración de la II República, con fecha 15 de junio de 1931.

Poco después, sería subastado para chatarra para terminar siendo pasto del soplete, desapareciendo para siempre un bonito y rechoncho crucero que al igual que sus hermanos portugueses había recibido por parte de sus constructores el cariñoso apodo de “la bombonera”, porque decían que era “un bombón” de barco,….

Diego Quevedo Carmona es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.