XIX (Mi Santo Grial)
No tiene precio, cual sol, o viento,
soñar lo soñado, o decir lo que digo,
pues entre el mar y el abismo te sigo
y no sin verte consigo este sentimiento.
Ayer quise recordar, y una centella,
como luz, pudo volverme del olvido.
Para preservarla, la he escondido
entre las luces de una estrella.
Ahora solo deseo que ni caiga ni prenda,
que no se dañe, no se arañe ni se pierda.
Después de tardes angostas a solas
pude recordar: la costa, sus olas…
Hoy dura, pero vaga, su luz candente.
Sé bien que, haga lo que haga,
ella se apaga, y se minora en mi mente.
Su brillo… se acaba, cual ser inerte.
Hoy, frío diario, la he perdido
No ha resistido el paso nublado,
y al verse abrumada, se ha extinguido.
Adiós al haz más frustrado jamás habido.
Han pasado doce días de sentirme consumido.
Después de haberse ido me he sumido
en un sueño castizo ávido de melodías,
temiendo de pena caer en el olvido.
Soñaré pues, y seguidamente escribiré.
Estaré despierto, y representaré lo sentido
hasta darle un sentido, aun si fuese incierto.
Luego espero, por verte, seguir dormido.