Juan Francisco Díaz Navarro, poemas

Se me escapa de los dedos

Se me escapa de los dedos,

sin saber como atraparla.

Es como un pájaro que huye,

moviendo sus alas blancas.

Nunca se dejo pillar,

a pesar de mis esfuerzos.

Yo la quise engañar,

con la mejor de mi sonrisas.

La intente enamorar,

como si fuera,

un eterno seductor.

Pero ella viene y va,

a su ritmo y a su forma.

Y es que la felicidad,

no entiende de casta, ni raza.

A ella le da igual,

el dinero que tú tengas en el bolsillo.

Si se tiene que marchar,

no le importan ya tus ruegos.

Por eso hay que disfrutar,

Cuando se encuentre a tu lado.

Porque no sabes cuando volverá,

a posarse en tu vida.

Es caprichosa y engreída,

como todo lo que dura poco.

Y por eso hoy le quiero dedicar,

estas letras, que hoy recojo.

Buscando mantenerla contenta,

para que me siga acompañando un poco.

Y es que te quiero a mi lado,

todo el tiempo que tú puedas.

Yo te quiero... felicidad.


Sé que no es fácil

Sé que no es fácil,

estar sola todo el día,

llevar una casa.

Y que no te valoren,

como si tú no hicieras nada.

se que no es fácil,

sentirse infravalorada,

que vayan diciendo lo bien que vives,

porque no trabajas y te lo echan en cara.

A nadie le importa que es lo que te pasa

y te hacen sentir como ese objeto, que hay en todas las casas

Invisible a las miradas.


Odio

Odio a esas personas que se creen mejor que nadie,

que te miran por encima del hombro intentando hacerte pequeño.

A los arrogantes que solo saben presumir de lo que tienen,

a los que no valoran los méritos ajenos.

Odio a los que critican por la espalda,

porque carecen del valor de dar la cara e ir de frente.

Y se hacen pequeños cuando te tienen delante.

Odio a los que se ríen de las desgracias de otros,

sin darse cuenta, que la pelota siempre rebota

y puede caer en tu tejado cuando menos te lo esperas.

Odio las mentiras aunque me calle,

tal vez la prudencia a veces me pierda.

Odio tantas cosas y a la vez me gustan tanto, otras cosas que otro día os iré contando.

Odio a los que se aprovechan de los débiles por ser débiles.

Odio a los falsos que tienen dos caras,

en una te sonríen, en la otra te atacan por detrás.

Odio que el rencor sea más fuerte, que el amor que nos enseñaron.

Odio que haya desfavorecidos, mientras a otros les sobra tanto.

Odio que nos hayamos vuelto tan superficiales y no valoremos lo que cuesta conseguir las cosas.

Que nos cansemos tan rápido de lo conseguido.

Odio tantas cosas y a la vez me gustan tanto, otras cosas que un día os iré contando.


Viento

Me susurra el viento,

Viejas canciones de amor olvidadas,

Los murmullos de un te quiero,

Que en alguna boca, se quedó encerrado.

De risas de otros tiempos,

Y de caricias encontradas,

De llantos, que un día se llevó la vida,

Y luego te va devolviendo,

Como el frio de la madrugada,

En una noche de invierno.

Me susurra el viento.

La tristeza que llevo dentro,

Que pugnan por salir,

Algunas veces del cuerpo.

Esas heridas del corazón,

Que son como el mismo tiempo,

Unas veces aparecen y otras no,

Pero siempre las llevo dentro.

Castigos que uno se guarda,

Y que el tiempo te susurra,

Cuando vas caminando a tus espaldas,

Y te deja en la penumbra.


El horizonte

Miro el horizonte,

Y solo veo un largo camino.

Nada me indica,

Cuál será mi destino.

No encuentro señales,

Que me indiquen el final.

Mi vista no alcanza,

A encontrar nuevas vidas.

Ni arboles ni plantas,

Me acompañan al pasar.

Un pájaro sobrevuela,

Un cielo infinito.

Vacio de todo,

Nada más observo volar.

Mis ojos no ven,

El azul de ese cielo.

Mis pasos caminan,

Sin saber el final.

Y me encuentro como un niño,

Que se encuentra perdido,

Ante el tramo de curvas,

Que voy a tomar.

La vida es un callejón con salida.

Un principio que lleva,

A un desconocido final.


Ni blanco, ni negro

No me resigno a las críticas mordaces,

De las personas, que no me conocen.

A las injusticias evitables,

Y a las palabras soeces.

No me resigno,

Al transcurrir rápido del tiempo,

Ni a las esperas prolongadas.

A que las cosas hoy sean blancas,

Mañana, negras y acabadas.

No me resigno,

A las verdades de lata,

Ni a las mentiras dañinas.

Al daño, que se provoca por placer,

Ni a hacer el bien como regla de tres.

No soy,

Ni un ángel, ni un demonio,

Ni listo, ni tonto,

Ni bueno, ni malo.

No me resigno,

A los engaños convertidos en verdades,

A las luchas transformadas en ideales,

Al amor convertido en intereses.

A buscar en el papel,

Las diferencias.

A no estar nunca conforme,

Con lo que no se tiene.

La rebeldía no tiene porque ser locura,

Ni la obediencia un papel en blanco.

La vida es tan difícil como nosotros queramos,

Y por eso no soy,

Ni mejor, ni peor que nadie.

La inteligencia está sobrevalorada,

Lo demuestran las tontunas del día a día.

Solo soy uno más entre las demás personas,

Buscando un sentido a las cosas.

Para entender que cuando se va el sol,

No siempre sale la luna.

Que no hay nada escrito con todas sus letras.

Los espacios en blanco,

Los llenamos siempre nosotros.

Y es que lo blanco también puede ser negro.

Y lo malo darnos un impulso,

Para volver a alzar el vuelo.


Juan Francisco Díaz Navarro es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.