Eduardo López Pascual, poemas

Figuraciones en una silla de ruedas

Me veo en mi vieja silla de ruedas, sin embargo

siento la libertad, como el ave trotamundos

que no distingue torpes fronteras,

ni los bordes en los mapas del hombre,

y salva murallas y verjas hechas con desprecios.

He abierto puertas cerradas con pestillos de acero

saltando sobre profundas zanjas hechas así,

por infinitas manos manchadas, sucias

con el sudor de todos los inocentes del mundo.

Y pruebo con ansiedad todas las ventanas abiertas

en busca de una emoción que soñamos día a día.

Después me doy cuenta de que no tengo silla,

ni yo nunca tropecé con vallas insuperables,

pero todo se me desvanecía en la memoria,

cuándo moría una suave y blanca paloma

en el alfeizar de mi balcón.

Amanecía muy pronto en la dehesa de mis sueños

dónde un tamboril sonaba levemente

balo los cielos de un verano azul,

y yo agradecía vivir otro día en mi silla de ruedas

mirando más allá de la pared de mu habitación.   


Verano de 2022



Aún resisten las rosas

Decidme, ¡ay¡, si es verdad que ya no quedan

primaveras; contadme, por favor, si todavía

exíste la patria, o un niño soñando el futuro.

Venid y habladme sin prisas y sin lágrimas si

suenan los versos del Ausente, o se escuchan

las notas del Cara al sol que un día los poetas

nos dejaron aquí, como el tesoro a guardar;

¡contadme, sí¡, que aun viven camaradas que

arriban sus ojos hacia el cielo mahón, donde

habitan luceros, y el espacio parece infinito

o se convierte en tu propio hogar, para no ser

nunca olvidados y estar contigo en el tiempo.

Cantadme muy cerca , aquellas canciones de

Jóvenes escritas con poemas de amor, versos

serenos que nacen desde el fondo del  alma.

Gritad, ¡Dios mío¡ que aun resisten las rosas,

Pero todo lo que digo, ¿sería posible, o solo

eran los bellos deseos de un pobre ingenuo?


Después del COVID 19. Lamentos y alegría

I

Para cuando nosotros regresemos, te

daré un abrazo, amigo y compañero,

podré decir, ¿Hola, cómo estás? Y al

momento, preguntarte por los tuyos,

aplaudir de corazón tu buen aspecto,

y saber si  has leído el último poema

que te envié por email.

O qué has hecho en estos largos días

que sufríamos  estando  confinados;

cuándo volvamos, cuándo volvamos

a la misma rutina del trabajo diario,

a las amables palabras que ya vuelan

en sinceras y cálidas conversaciones,

iremos después al café de la esquina

y saludaré muy feliz al fiel camarero,

al noble y honesto amigo de siempre,

aquel Juan sin nombre, cómplice de

tantas confidencias compartidas, que

vivió la derrota de la trampa del Covid.

 

II

 

Hablaríamos también de ese extraño

juego de prometernos solo la verdad,

para ser diferentes  en este universo

que aun nos enerva.

Habría que mirarnos de otra manera,

sin recelos en el rostro, ni miedos por

decirnos la justa realidad de nosotros

mismos; la memoria de nuestra vida,

las ilusiones buscadas, el cáliz de una

 gran aventura que hemos idealizado,

 o un sueño que se desvaneció un día

 de tristeza y lágrimas.

Tenemos que descubrirnos. como el

que halla el papiro de un reino clásico

de desconocidas y mágicas historias.

Dejemos atrás  viejos rencores y esas

Inútiles luchas entre unos y los otros,

Acaso  fumaremos la pipa de la paz, y

y juntos cantar himnos de amor.

 

III

 

Las calles  volverían a ser un lugar de

encuentro, y las manos abiertas serían

siempre el signo de amistad: los puños

cerrados quedaron al olvido en todos

los hombres, que al fin son hermanos,

y este Covid19, solo removió empeños

para vivir con lo mejor de la voluntad,

que aquí nos debemos.

Fue solo una sombra oscureciendo un

tiempo de inquietudes, que solamente

la solidaridad de tantos españoles. de

 Zaragoza hasta Cádiz, del Ferrol hasta

un lejano Cabo de Gata, supieron ganar

 y dejarnos otras mañanas, que nada ni

  nadie quisieran robarnos hoy; ya todos

 hemos vencido al Covid.

 

IV


Y de nuevo nos vendrán otros tiempos

donde hasta el aire será más respirable.

y este cielo que ahora aparece revuelto

dejará caer su manto de suaves estrellas

que luzcan su brillo blanquísimo, en los

ojos de todos nosotros, siempre en pos

de una existencia sin traumas.

Entonces volveremos a reir, como si

hubiéramos inventado las primaveras.


Cieza, Octubre de 2020


Eduardo López Pascual es miembro de la Unión Nacional de Escritores de España.