Albertina Reinón, poemas

El tiempo siempre nos preocupa; su fugacidad nos inquieta.

Poema  5

Momentos

La vida es un suspiro, un instante,

un soplo.

Una alegría de hoy,

se torna mañana desatino.

Un instante de miel, vuélvese  amargo

en segundos, cuando miras la cara

del destino.

Guardo en tallado frasco de cristal,

instantes prendidos en olvido;

miradas complacientes,

ardorosos abrazos;

besos en noches de luna… emborrachados.

Guardo también los miedos,

los instantes de duelo,

los gozos y dolores, que sacudieron vidas

de otros tiempos.

El viento seco del páramo, erosionó

la roca de mi anhelo,

y la vistió de huellas, entre tallos de hierba

que crecieron,

al compás de mis sueños.

Y entre mudanza y mudanza de los días,

mi frasco de cristal, se llenó de momentos,

de opalinos granos de recuerdos,

de lágrimas y risas engarzadas,

formando un tapiz de sentimientos.

Grises y azules, rojos o verdes mis recuerdos;

todos al fin caen, uno a uno,

cual reloj de arena silencioso,

dejando surcos y huellas en la piel

curtida por el tiempo.


Será que soy mayor, quizás los tiempos que vivimos, puede ser que me fijo más en estas cosas de la vida, pero es rara la semana el mes o el día que no llegan tristes noticias a mi oído

Huéspedes de la memoria

Cada día se van yendo mis amigos,
conocidos, paisanos, compañeros;
personas que formaron
parte de mi vida,
como arrastrados por el viento
de un otoño sin lluvias.

Y aquí  yo… triste quedo, pensativa,
en la brevedad de un tiempo incierto;
indómito, irrefrenable
por lo inesperado de la huida.

Quedaron en mi memoria
como huéspedes, entre lo real 
y lo soñado
entre lo tangible y lo etéreo;
donde  la luz y la oscuridad
se decantan, en una niebla seca
por la falta de lágrimas.

No quedan lágrimas para lavar
el polvo del camino andado,
y van aflorando a la memoria
personas que pasaron como sombras,
que fueron, que amaron, que vivieron.
Hoy ya no son
aunque dejaron huella en mí ,
no estoy segura
a ciencia cierta, si existieron.

Quizás fueron creados
en un estado febril de desconcierto
de engañosa consciencia,
quedando colgados de un hilo
en mi memoria.

Surgen palabras cual eco repetido
y el sudor emana de mi cuerpo;
y siento frío y me cobijo
bajo el fantasma de la duda incierta.

Como huéspedes de mi memoria,
quedaron, los que en un tiempo 
pasado me abrazaron, 
me dieron aliento o animaron.
 
Entonces, de improviso
surge el fantasma de la duda,
y en ese vivir, entre el olvido 
y la memoria
aparecen los que ya se fueron;
los que por siempre nos dejaron,
saltando la muralla del tiempo 
y el espacio.
El sabor a tabaco, a café
o a vino, los traen a mi recuerdo
al borde de la noche ,
como  voces, que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.
Fueron en vida mano tibia o techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día, en la barca del  olvido,
de tanta ausencia, abrigarán mi pecho,
quedando su presencia entre nosotros;
huéspedes serán, de nuestra exigua ya memoria
sus hermosos momentos compartidos.