José Ángel Pardo Guillén, poemas


Instrucciones para escribir un soneto

Es difícil hacer un buen soneto,

casi nunca te sale a la primera.

Su ritmo debe ser constante y quieto, 

su acento, musical de primavera.

 

Inaugura con el primer cuarteto

el tema que te sirve de bandera.

Desarrolla en el próximo el objeto

del ascua incandescente de tu hoguera.

 

Los tercetos insisten en la historia

que relata el cuarteto precedente.

El primero formula reflexiones.

 

El segundo describe la victoria

de un giro ingenioso y sorprendente,

que atraviesa blindados corazones.


Tu pronombre, mi sujeto

Quisiera retener en la memoria

la historia y el origen de tus gestos,

y lentos contemplarlos predispuestos

a cruzar nuestra línea divisoria.

 

Quisiera contemplarme en tus pupilas

y verme en tus ojos mejorado,

abrirte en dos partes mi costado,

si en tu mirada atenta me fusilas.

 

Quisiera detenerme yo en tu pecho,

y soñar, abrazado a tus latidos,

convertir tu pronombre en mi sujeto.

 

Quisiera hacerme eterno en nuestro lecho,

remendar los pecados cometidos,

y amarte en la prisión de mi soneto.


Los primos

Los primos son la puerta de la infancia

nos traen su recuerdo ya lejano,

comparten con nosotros la fragancia

que devuelve el pasado a nuestra mano.

 

Ilumina su sola azul sustancia

lo sagrado de nuestro ser profano,

nos llaman desde el tiempo y la distancia

a jugar en las tardes de verano.

 

Y aunque pasen los años derrapando

reímos bajo el sol de lo vivido,

cada vez que podemos encontrarnos.

 

Hay un niño que saluda sollozando

desde campos y mares del olvido,

cada vez que volvemos a alejarnos.


Autobío

Empecé a escribir de adolescente.

El amor juvenil me lo pedía.

Germinaban de mi alma como fuente

los versos de mi lega poesía.

 

El amor de mi vida como un puente

enlazó la escritura al alma mía,

su beso como espada incandescente

rasgaba todo cuanto yo escribía.

 

Retomé tras los pasos de un amigo,

soliloquios regados por tinteros

que a diario vacío en mi cuaderno.

 

Mis palabras escritas son testigo:

seguiré recorriendo estos senderos

y en ellas viviré mi sueño eterno.


Salmo

El cielo aclama la obra del Señor,

el cosmos loa el fruto de sus manos,

los días hacen fiestas cual gitanos,

las noches cantan coplas a su autor.

 

El mundo se confiesa su deudor.

Los himnos de su voz son artesanos,

los frutos y animales son hermanos

que ensalzan la bondad del creador.

 

No tienen libertad ni la desean,

no sufren el impulso de esconderse

como aquel pobre Adán que se escondió.

 

No temen, con la vida se tutean,

no vienen a estos versos a dolerse,

como aquel pobre Adán me encuentro yo.


Guerra civil

En mi cuerpo se libra un gran combate

soy autor de una guerra de guerrillas,

en la carne de mi alma guardo astillas

clavadas en los tiempos sin rescate.

 

Cada día opongo resistencia

soy también el ejército enemigo.

¡Quién pudiera librarme del castigo

de vivir abrazado a esta dolencia!

 

Por un lado José Ángel me persigue,

huye el pobre José Ángel perseguido,

lo contempla José Ángel aterrado.

 

Y buscando José Ángel quien le abrigue,

solo encuentra consuelo a su gemido,

refugiado en Su llaga del costado.


Oración

Escribo en estas líneas memoriales

del paso de tu mano salvadora

y traigo a mis desiertos y arenales

las aguas de las lluvias de otra hora.

 

Resurge de las aguas bautismales

el niño de mi fe que en llanto implora

que regreses allende los mortales

y rompas Tú mi noche con tu aurora.

 

Extraño aquel seguirte en el desierto,

cuando siempre vivías cabe mí

haciendo de mi cuerpo tu Sagrario.

 

Tú sabes hortelano de este huerto,

 que si vivo alejado yo de ti

 del llanto y de la pena presidiario.


La noche

Es de noche y comienza la mañana,

yace en ruinas lo que antes fue presagio,

sólo quedan los restos del naufragio

cuando suena en la torre la campana.

 

Es de noche a las diez de la mañana

de la muerte el reloj es vil prefacio,

las horas de este día van despacio,

este día ya dura una semana.

 

Es de noche y ya llega el medio día,

sigo solo en mitad de la existencia

componiendo un soneto malogrado.

 

Por la tarde es de noche todavía,

no estoy solo paseo con tu ausencia,

voy pisando las huellas que has dejado.


Es una cosa extraña ser poeta

A Miguel D'Ors

Poeta es un oficio doloroso:

te atacan los dolores de la gente,

te arañan en el alma y en la frente,

te arrastran como un río caudaloso.

 

Poeta es un oficio peligroso:

la musa te dispara indiferente,

sus versos te apuñalan en la mente

con lo extraño, lo simple o lo azaroso.

 

Se trata de correr como un infante,

se trata de seguir al dios Cupido,

se trata de expresar la plenitud.

 

Se trata de morir en cada instante,

se trata de escaparse del olvido,

se trata de abrazar la finitud. 


Las maletas

Aeropuertos hay grandes y chiquitos

mas todos están llenos de maletas

de todos los colores, y coquetas,

de todas las comarcas y distritos.

 

Algunas van repletas de delitos,

y otras son expertas en rabietas.

Las hay que parecen dos muletas,

y ciertas sueñan sueños infinitos.

 

Las mece el encuentro con la amada,

la ilusión de unas nuevas vacaciones,

o el tedio del que vuelve por trabajo.

 

Anónima, y por todas rodeada,

mi maleta desfila en los aviones

del destino, que un día a mi te trajo.


Tu vientre

A Miguel Hernández

Solo en tu vientre,

hay un gran mundo.

 

Todo tu vientre,

bendito y puro,

cristal grabado,

luz del futuro.

 

Todo tu vientre,

dulce y maduro.

 

Todo tu vientre,

blanco preludio.

Solo tu vientre,

dios demiurgo.

 

Todo tu vientre

de amor diluvio.


En el parque

Había un río custodiado por bellos y altos árboles,

había cisnes disfrutando de la tranquilidad del cauce,

había familias que se amaban sin prisas,

había niños sonrientes aprovechando la ausencia de su yo adulto,

había madera, habitada por aves antaño, y que ahora está poblada por sus sueños,

había una alfombra de nieve de otoño que amortiguaba sus caídas,

había bichillos sumisos a sus manos como la dulzura a sus rostros,

había torres y castillos y pasadizos secretos invisibles a nuestros ojos oxidados,

había un sol que se retiraba ofreciéndonos el ósculo del crepúsculo,

había un anciano, que como intentando recuperar su juventud, contemplaba el paisaje.

Pero vosotros jugabais juntos,

y nada de eso existía.


El cadáver del lenguaje

Del cadáver del lenguaje 

juego a hacerte una poesía,

yo no sé de donde viene

ni siquiera sé si es mía.

 

Muchos antes la escribieron

ya no existe la escritura,

y si piensan que les miento

es que no aman la lectura.

 

Del cadáver del lenguaje

juego a hacerte una poesía,

yo no sé de donde viene

ni siquiera sé si es mía.