El
delegado territorial, Juan A. Pellicer, valoró positivamente el ciclo y apostó
por su continuidad el año próximo
Continuando con la programación del 1º
Ciclo Grandes de la Región de Murcia 2019, tuvo lugar el pasado 1 de marzo la sexta
y última de las conferencias programadas dentro del calendario de la Delegación
Sureste de la UNEE.
“Ramón Gaya: Vocación de luz interminable” fue la propuesta del abogado y
escritor miembro de la UNEE Fernando da
Casa para cerrar este 1º Ciclo de Conferencias “Grandes de la Región de
Murcia” 2019.
Dio comienzo el acto con las palabras del
delegado territorial Juan A. Pellicer
quién, tras saludar y dar la bienvenida a los asistentes, presentó al conferenciante,
Fernando da Casa, quién comenzó su
intervención agradeciendo al público su asistencia, expresando su deseo para
que esta sirviera además como homenaje a la figura del protagonista de su
intervención. Leyendo a continuación un fragmento de una entrevista concedida a
Andrés Trapiello en 1988 donde Gaya comentaba: “Mi vida ha sido principalmente trabajo. El trabajo
de una vocación, claro, no de un simple trabajo penoso y difícil, sino de una
vocación irremediable, y que yo he sentido siempre, no como algo que hacía sino
como algo que era, nada más.
Pero ese trabajo de
tantos años, en realidad lo he visto siempre como preparación, preparación para
algo que no sé si estoy ya en ello. Lo que pinto ahora me sigue pareciendo
preparación para otro día, para el día siguiente, y lo del día siguiente para
el otro día que viene. Es decir, me parece que esto no tiene término.
Para el creador no hay
término conocido ni lo habrá nunca. Se trata de terminar esta vida y esta
vocación en algo vivo, es decir, en algo completamente original, naciente. Es
decir, en vez de llegar a una maestría, donde hay que llegar es a un principio”.
Estructuró su ponencia da Casa en cuatro amplios bloques, a
través de los cuales va profundizando sobre la vida del genial pintor y
escritor: Infancia y juventud; República
y Guerra Civil; Exilio a México y Reconocimiento Universal. Poeta en su tierra.
En el relacionado con el
primero de ellos, Infancia y juventud, comenzó citando los primeros días del
pintor. Ramón Gaya nace en Murcia, en el
Huerto del Conde, el 10 de octubre de 1910, hijo de Salvador Gaya, litógrafo de
profesión, y de Josefa Pomés, así como sus inicios en la pintura los cuales
van de la mano de los pintores Pedro Flores y Luis Garay que eran amigos de su
padre.
Gaya –continuó- abandona la escuela siendo casi un niño,
para dedicarse a la pintura, completando su formación en la pequeña biblioteca
de su padre, un obrero catalán culto, anarquizante y wagneriano. Tolstoi,
Nietzsche y Galdós estarán entre sus primeras lecturas, autores que lo
acompañarán a lo largo de su vida.
Haciendo mención a su obra
pictórica en sus inicios, hizo alusión el ponente a varias influencias citando entre las más importantes el cubismo y la
pintura de Cézanne .
Es en la revista “Verso y Prosa”
fundada en 1926 por José Ballester, Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén donde se
reproducen por primera vez algunas pinturas de Gaya, publicándose sus primeros
escritos.
A la edad de diecisiete
años y como consecuencia de una beca concedida por el Ayuntamiento de Murcia,
va a Madrid y visita el Museo del Prado el cual bautizará para siempre como su
“Roca española”, siendo allí que conoce a Juan Ramón Jiménez el cual fue una
figura esencial para el desarrollo intelectual del joven Gaya. Tras unas semanas en Madrid marcha a París
junto a los pintores Pedro Flores y Luis Garay, visita los museos, conoce a
Picasso y a Bores y hace una exposición en la galería Aux Quatre Chemins.
En 1932 es invitado a participar por mediación del poeta Pedro Salinas,
Manuel Bartolomé Cossío a la sazón Presidente del Patronato, en las Misiones
Pedagógicas, un proyecto renovador de la Republica, destinado a acercar la
cultural al medio rural. Siendo en esa época que conoce a María Zambrano la
cual será una de las personas que marcarán su vida.
Gaya, junto a los pintores
Eduardo Vicente y Juan Bonafé ganan el concurso para realizar copias de los
cuadros del Prado las cuales compondrán el proyectado Museo del Pueblo, tarea
esta –explicó Da Casa- a la que el pintor dedica varios meses suponiéndole un magnífico aprendizaje. Siendo por este
motivo que aceptará viajar con dicho museo por los pueblos de España como
también lo harían Luis Cernuda y María Zambrano. Contrayendo matrimonio el 24
de junio de 1936 en Madrid con Fe Sanz.
Continuó el ponente apoyándose
en una proyección de imágenes y diapositivas ilustrando las fechas, lugares, y
hechos relevantes en la trayectoria de Ramón
Gaya: Incorporación a la Alianza de Intelectuales Antifascistas colaborando
en su revista, El Mono azul. Nacimiento
de su única hija Alicia en Valencia, traslado coincidiendo con el inicio de la
Guerra. Fundación junto a un grupo de jóvenes intelectuales (María Zambrano,
Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre) de la revista Hora de España donde colabora
con poemas y artículos, siendo su único viñetista. Participa en el Congreso
Internacional de Escritores Antifascistas. Muerte en 1939 de su esposa Fe Sanz
consecuencia del bombardeo de Figuras, sobreviviendo su hija. Ramón Gaya y el
grupo de Hora España son internados en el campo de concentración de Saint-Cyprien.
A la salida del campo pasa unas semanas en Cardesse, en casa de su amigo el
pintor inglés Christopher Hall,
quién se hará cargo de su pequeña hija, puesto que Gaya debe abandonar Francia
y partir al exilio. Junto al grupo de Hora de España embarca en el Sinaia
camino de México. Siendo en esta época que escribe los “Seis sonetos de un diario”: “A una verdad” (recitado por el
conferenciante); “Al silencio”; “Al sufrimiento”; “A Dios”;
“A la lámpara”; “A mis amigos”.
Hizo referencia a los años de tristeza,
soledad y añoranza. Siendo con el apoyo de amigos que comienza de nuevo a
pintar. Siendo años de intenso trabajo, donde como consecuencia de la
comunicación constante con aquellos pintores de donde nacen sus “Homenajes a Velázquez, (para Ramón
Gaya Velázquez era “el supremo”) Murillo, Rembrandt, Tiziano, Constable,
Picasso, al cubismo y a los pintores chinos y japoneses. “Me pareció sentir”,
nos dirá Gaya, “que tenía que hacer
unos homenajes a esas grandes figuras [...] quería señalar que hay que
acordarse de ellos, y no sólo eso, sino que hay que contar con ellos”. Se trata
de homenajes que de manera diferente no dejará de abordar a lo largo de su
vida. Siendo de esos años también
los hermosos, personalísimos y casi orientales paisajes de Cuernavaca,
Chapultepec, Acapulco, Veracruz.
Es a través de sus escritos y de su
pintura –comentó el ponente- que no cesa de manifestar su total independencia respecto a las “modas” y consignas artísticas de
la época.
El 21 de junio de 1952, Ramón
Gaya llega a París tras trece años en México, suponiendo para el pintor, según
Andrés Trapiello, su “segundo nacimiento”.
En 1984, Pre-Textos
publica su Diario de un pintor, 1952-1953
en el que se recogen las impresiones y reflexiones de ese viaje. El 18 de
junio de 1953 regresa temporalmente a México, con el firme propósito de volver
y establecerse en Europa, cerca de los museos, cerca de la pintura.
En marzo de 1956, ve
cumplido su deseo y provisionalmente se instala en Roma, donde vive su gran
amiga, la filósofa María Zambrano, y
desde donde realiza frecuentes excursiones a Venecia y Florencia siendo gracias
María que conocerá a la escritora Elena Croce, hija del filósofo Benedetto
Croce, y a Tomaso Carini, amistad que cultivará hasta el final de sus vidas.
En marzo de 1960, tras
veintiún años de exilio, regresa a España. En mayo de aquel año sus amigos
españoles le han organizado una exposición en Madrid, en la Galería Mayer, en
la que José Bergamín leerá unas palabras de bienvenida. Visita el Museo del
Prado y publica en español «El sentimiento de la pintura».
En 1966 y durante una
estancia en Valencia conoce a Isabel
Verdejo (Cuca), con la que se casará años más tarde.
La editorial RM de
Barcelona publica en 1969 su obra esencial: «Velázquez, pájaro solitario», la cual fue premiada en Italia con
anterioridad y publicada en italiano en 1971. Siendo a partir de esos años 70
de plenitud en la vida y obra del pintor, son años de una gran riqueza creativa.
En 1974 y 1975, expone su
obra en Murcia y Valencia, siendo
destacable su colección de pinturas dedicadas a otro gran genio murciano, el
insigne escultor Francisco Salzillo. Pero es en 1978, en la retrospectiva de la
galería Multitud de Madrid, donde se produce el encuentro de Gaya con el
público español, siendo a partir de este momento cada vez más amplia la nómina
de admiradores, pintores, poetas, historiadores, críticos de arte,
coleccionista, etc.
En octubre de 1980, por su
septuagésimo cumpleaños, sus amigos murcianos le ofrecen un homenaje.
En 1983, participa en la
exposición «El exilio español en México»,
y la revista Fin de Siglo publica su texto “Juan
Guerrero”.
En el Museo San Pío V de
Valencia, en febrero de 1984, se inaugura una exposición retrospectiva en la
que se pueden ver más de cien obras suyas, organizada por la Conselleria de
Cultura de la Generalitat Valenciana.
En 1985, el Ministerio de
Cultura le concede la Medalla de Oro a las Bellas Artes.
Ramón Gaya es un creador,
más que un artista, -continuó da Casa- tal y como él mismo define a su admirado
Velázquez. Amante de todas las artes, cultivó con maestría –y a
contracorriente– la pintura y la literatura, pero también amaba la escultura y
la música.
Para explicar la conexión
entre Ramón Gaya y la música, el ponente presentó un video que con motivo de la
“noche de los museos” elaboró el Museo Ramón Gaya que resulta muy ilustrativo
de todo lo expuesto anteriormente.
En 1987, con motivo del
cincuenta aniversario del Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la
Cultura, y organizada por la Generalitat Valenciana, se presenta una exposición
de su pintura comisariada por Pascual Masiá.
El 16 de marzo se casa con
Isabel Verdejo. En ese mismo año toma parte en la exposición “El Pabellón
Español en la Exposición Internacional de París de 1937 (cincuenta años
después)”, celebrada en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid.
El 10 de octubre de 1990,
en Murcia, se inaugura un museo dedicado a su obra, dirigido por Manuel
Fernández-Delgado y en el que se recogen más de quinientas obras donadas a la
ciudad por el pintor.
En 1989 en el Museo Español de Arte
Contemporáneo de Madrid, y patrocinada por el Ministerio de Cultura, se presenta una exposición antológica
de Ramón Gaya al cuidado de María José Salazar; dicha exposición se mostrará a
continuación en la iglesia de San Esteban de Murcia.
El Instituto Cervantes de
París organiza en 1995 una exposición de su pintura, la primera que tiene lugar
en esa ciudad desde 1928.
En 1996, en Pre-Textos,
aparece su personalísimo ensayo «Naturalidad del arte y artificialidad de la
crítica».
El Ministerio de Cultura
le concede en 1997 el Premio Nacional de Artes Plásticas. En la Biblioteca
Nacional de Madrid, se inaugura la exposición «Ramón Gaya y los libros».
En 1999, es investido
doctor honoris causa por la Universidad de Murcia.
En 2002, el Ministerio de
Cultura le concede el Premio Velázquez a las Artes, en su primera edición; con
ese motivo, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se organiza en 2003
una exposición retrospectiva de su obra.
Ramón Gaya seguirá
pintando prácticamente hasta el final de sus días. Muere en su casa de Valencia
el 15 de octubre de 2005.
Finalizó la intervención
de Fernando da Casa comentando que a juicio de lo expuesto y desde su
particular entender, creo que en España, su
país, Gaya no ha alcanzado la plenitud artística y reconocimiento que a lo
largo de los años se ha ganado.
Tras la conferencia fue el Delegado de la
UNEE Juan A. Pellicer quién tomó la palabra para felicitar al ponente por su
trabajo minuciosamente preparado desde hace meses, siendo esta –dirigiéndose al público- la forma de entender el trabajo materializado en propuestas como esta
que hoy hemos disfrutado, que viene caracterizando la labor de la Delegación
Sureste.
Cerramos
con esta de hoy –continuó Pellicer- el 1º Ciclo de Conferencias “Grandes de la
Región de Murcia” 2019, cuya valoración no puede ser otra que la de muy
positiva. Así mismo y tras un breve recorrido por cada una de ellas no dejó
pasar la ocasión de felicitar a los seis ponentes por su buen hacer y compromiso con la cultura.
Quedando clausurada esta novedosa
propuesta que sin duda deja la puerta abierta para una nueva programación de
cara al próximo año.