Poema de Rosa Rodríguez Núñez
Sé que hay argumentos para vivir.
Sin pensar, he pisado por rincones
confundiendo los puntos cardinales.
Emprendí la cruzada entre recelos
escribiendo mensajes que acusaban
a fantasmas que viven junto a mí,
a muertos que jamás carcajearon,
a muertos que no abrían las ventanas
a interminables noches en alerta.
La agonía me oprime en la butaca
donde acuden ideas imposibles
que se esfuman al ritmo del reloj.
Mientras, el universo continúa.
El sueño de mi cuerpo se desvela
en nutrirse de hambrientas necedades
por alcanzar las metas más sublimes,
y me encierro en un miedo provocado
por visiones que muerden mi cabeza.
Estos sometimientos de mis años
han secado el humor de quemaduras.
Han gastado la vida sin vivirla
pues se termina muerto estando vivo
cuando la oscuridad pacta con muros.
He trepado paredes de mi cuarto
llenas de cal. Están mis uñas rotas
de arañar los tabiques de frialdad
y mis dedos... a nadie le importan .
Mas lograré escalar esos abismos
sacando la cabeza de la cueva,
el acelerador se lanzará
por la velocidad de mis impulsos
sin escuchar sonidos de sirenas.
Exhalaré el perfume de las lilas
impregnando mis fosas de su néctar .
Despertará el cadáver de su tumba
y encontraré mis ansias de vivir.
Sin pensar, he pisado por rincones
confundiendo los puntos cardinales.
Emprendí la cruzada entre recelos
escribiendo mensajes que acusaban
a fantasmas que viven junto a mí,
a muertos que jamás carcajearon,
a muertos que no abrían las ventanas
a interminables noches en alerta.
La agonía me oprime en la butaca
donde acuden ideas imposibles
que se esfuman al ritmo del reloj.
Mientras, el universo continúa.
El sueño de mi cuerpo se desvela
en nutrirse de hambrientas necedades
por alcanzar las metas más sublimes,
y me encierro en un miedo provocado
por visiones que muerden mi cabeza.
Estos sometimientos de mis años
han secado el humor de quemaduras.
Han gastado la vida sin vivirla
pues se termina muerto estando vivo
cuando la oscuridad pacta con muros.
He trepado paredes de mi cuarto
llenas de cal. Están mis uñas rotas
de arañar los tabiques de frialdad
y mis dedos... a nadie le importan .
Mas lograré escalar esos abismos
sacando la cabeza de la cueva,
el acelerador se lanzará
por la velocidad de mis impulsos
sin escuchar sonidos de sirenas.
Exhalaré el perfume de las lilas
impregnando mis fosas de su néctar .
Despertará el cadáver de su tumba
y encontraré mis ansias de vivir.
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