El temible Simún


Poema de Alfredo Jurado Reyes

Aunque habita los páramos
 y en las altas montañas de las nieves perpetuas,-
-según sea su capricho-
comprobé que prefiere
sentirse liberado en el desierto,
donde es arrasados e impetuoso.

Hace vida imposible a los hombres y a bestias,
pues les ciega los ojos con el Sol y la arena.
Les reseca los labios, la saliva,
y se bebe los odres aún cuando estén sellados.

A su antojo y capricho va mudando las dunas,
y consigue con ello perder al peregrino que transita;
algunos caminantes aceptan su inclemencia,
la dan por bien llegada, pues entienden con ello,
que su ser poderoso, de desatada fuerza,
suele llevar consigo la presencia divina.