Isabel Martín Salinas, poemas y textos

Rojo es el cáliz en el que bebemos

Rojo es el cáliz en el que bebemos 
el belicoso abrazo  
en escondido abrigo; 
púrpura,  la saliva mutuamente  
degustada debajo de la lengua. 
Somos el barro de violento magma  
arrancado del más ardiente fondo,  
y vomitando lava entre los dientes  
nos miramos desnudos  
la pátina de hiel que nos reviste. 

Especial de poesía andaluza. Volumen I (1930-1960). En sentido figurado. Revista literaria. Julio, 2011.  



Corrí por las aceras

Corrí por las aceras
sin respetar los límites,
pegada a las paredes
para no evidenciarme;
había alzado los ojos
implorando un futuro
cuando vi la esperanza
huyendo con lo puesto.
Ni un espejo encontré
donde saldar mi angustia.
Sobrecogida aún
por la melancolía 
de las horas robadas
a las auroras muertas,
seguí corriendo entonces
y me encontré conmigo en una esquina:
no me reconocí.

Álora la bien cercada. Revista de Letras (Diciembre, 2010)



Niños de Palestina

Las bombas desconocen
la magnitud de un niño en el paisaje
y su osada esperanza
de retoñar en medio
del horror cotidiano.
Canto la risa breve, el gesto absorto
y los juegos fugaces:
niños etéreos como  exentas cometas.
El cielo que los cubre
con su nana de fuego los arrulla,
con su lluvia de espanto los cercena.
Canto el silencio de sus cuerpos mudos,
niños relámpago,
que  antes de ser despojos fueron savia;
luego serán historia
subsumida  en la historia.
Nacidos para hollar
levemente la tierra
y apenas dejar huella de su paso.

Versos para derribar muros. Antología poética por Palestina, 2009.



A un promotor inmobiliario

(Sátira)

Promotor que enladrillas las Españas
y en los suelos, ya rústicos, ya urbanos,
siembras con las licencias que te apañas
de ladrillos los montes y los llanos;
inmensa boca que todo lo engulle
-ancha es Castilla en huertas y secanos-,
voraz excavadora que destruye,
por mor de la codicia de sus manos;
adulador de ediles a porfía,
en busca de recalificaciones,
gran untador de toda ideología,
abonan tu terreno comisiones;
nuevo señor que planta sus pendones
acotando la tierra que cohecha,
el belicoso ardor de tus talones
rinde el centro, la izquierda y la derecha:
en valle, en monte, en playa, ni en ribera,
no hay tierra que se escape a tu guadaña,
que a golpe de ladrillos y chequera
has parcelado el corazón de España.

Poemas para un minuto, Editorial Hipálage, 2007.



Yo anduve con el mundo en mi regazo

Yo anduve con el mundo en mi regazo,
con su infinita sed
de calles y caricias.
Una llama y un nombre
me quemaban los labios.
Unos brazos prohibidos
que oscuramente quise.

(A ráfagas tu nombre, Ediciones Torremozas, 2014).



La negra arquitectura

La negra arquitectura
que promete la tarde
–un juramento de dolor y nieve–
desciende mientras miro
mi sombra hacerse noche.


Rick

Envuelto en melancólicas volutas,
te encomiendas  al vaso en cuyo fondo,
empapado en alcohol, late el recuerdo
de un París acechado de crepúsculos.
Casablanca no existe.
En el fondo del vaso
queda siempre París.
Ilsa, París,  As time goes by
giran en el alcohol de un vaso absorto
del que perpetuamente bebes su recuerdo.

Generación Aljarafe. Antología poética, 2017.



Castillo almenado

Busco en tus almenas la fragancia
perdida 
de antiguas y olvidadas primaveras.
Sueño con tus fuentes cristalinas
y quiero 
en sus aguas renacer a la inocencia.
Velo la penumbra en tus ventanas
tejiendo
guirnaldas de esperanza, tiempo y brisa. 
He dejado en el camino mis canciones:
la noche, inexpugnable,
me cerca  de nostalgia.
Vengo suplicante a tus murallas; 
traigo arena del desierto en mi cabello.
Ábreme la puerta, centinela;
queda atrás cuanto amé: 
dispersos están
mis amores como las estrellas.

Favor del viento. Poemario inédito.



Sombra mía

He vuelto a casa. No sé por qué, ni cómo ha sido mi regreso. Sé que estoy aquí otra vez y quiero llenarme de todos sus rincones y hacer mía su aura. Contemplo sus muros, todavía firmes a pesar de las grietas, me envuelvo en la penumbra de las habitaciones vacías; absorbo sus matices, que ahora me parecen infinitos. La humedad se ha apoderado de las paredes y ha creado figuras caprichosas, ha teñido de gris el blanco de la cal, pero no me importa, porque estoy en casa. Sé que estoy en casa. 

No hay nada más que polvo y telarañas. Tú no estás. No hay nadie en ninguna parte, sin embargo,  me siento protegida en la penumbra. ¿Protegida de qué? No sé dónde he estado antes. No sé de dónde vengo. Hay un olvido oscuro que no puedo alumbrar. Vengo como de un sueño que no se recuerda. (…)

En la cocina miro por la ventana; me embeleso en el paisaje: las orillas del río, los álamos, el camino, y el valle, verde y quieto. Yo preparaba la comida junto a la ventana para espiar tu vuelta. Otras veces te esperaba sentada en el porche. Siempre venías a casa andando por el camino del río.

Me envuelvo en la luz que se filtra a través de los cristales; soy un puntito brillante de su halo. Junto a la chimenea, la luz se proyecta en las baldosas y las tiñe de un amarillo dulce y reposado, delimita sus perfiles, descansa sobre ellas y les presta brevemente algo de la viveza que tuvieron.

Sombra mía (fragmento). Dime que me quieres. Ayuntamiento de Málaga, 2009. 



Dilema

–Asuntos Sociales, dígame.
–Oiga, que mire, que llamo porque me quieren meter en la cárcel.
– ¡Ah!
–Yo es que soy esquizofrénico y un día le di un sartenazo a mi padre; pero de esto han pasado ya unos meses y mi padre ya me ha perdonado.
–Sí.
–Y ahora quieren que vaya a la cárcel, oiga, y digo yo que después de tanto tiempo y encima de que mi padre ya me ha perdonado, ¿para qué me van a meter en cárcel? ¿Eh? ¿Esto es la justicia? ¡¡A esto no hay derecho!!
– ¿Está por ahí su padre?
–Sí.
–Dígale que se ponga… ¿Oiga es usted el padre?
–Sí.
–Dígame, ¿en qué podemos ayudarlo?
– ¿Ahí   pueden curarle la esquizofrenia?
– Pues no.
–Pues entonces vamos a dejarlo.