Poema de Primitivo Oliva
que
cobran, sin quererlo, vida propia
aunque
labios y lengua disimulen.
Escribir
es un acto de silencio,
un beso
de grafito en piel de folio:
intensidad
sin voz que el ojo escucha.
Soñar
es el silencio más poblado
pues
todos los murmullos que concita
se
fusionan en amistad sin límite.
A veces
el silencio de unos ojos
dicen
más que un ensayo sobre el alma
cuando
miran un pozo de penuria
o
menguan con su fuego las bujías
donde
cosechan pétalos las nubes.
Por eso
me refugio en el silencio
y todo
cuanto digo solo existe
poblando
la conciencia soñadora
con
voces de orfeón donde se ubica
la
imperceptible sinfonía del trazo.