Natalia Royo Saura, poemas

Ícaro

Andaré ciega entre las sombras

de mi alma; soy Juez y soy verdugo.

¿Respetará el sol mi triste trino?

 

¡Iluso pájaro insolente!

 

Ícaro en vuelo inoportuno,

en desafío ando y alto vuelo,

el calor siento en mi plumaje.

 

Ni respondo ni siento ya ni veo,

es etéreo el recuerdo y su insistencia,

ya no muerde mi inconsciente a la idea.

 

Esa que me quema

más que el fuego.


He sucumbido al sueño


He sucumbido al deleite,
del sueño inventado “por nos”,
ante el dolido sentir que
a mi verso acecha.

Suyo entero arrebatado
es el momento presente.   
Amedrentada la dicha
fuerza su sonrisa.

Ante un sol que nos mira
que no entiende nuestra guisa.
Busco en mares de milongas
otra Melania sufrida.
Tal bagaje de caminos
cambien nuestro desatino.

Y en recostar la cabeza
en esa almohada de vida,
los arlequines maestros
en colores de azucenas.

Peinen con hilos de oro
Nuestros hermosos anhelos.
Y en jardines de amapolas
renazca fiel terciopelo.


No escribo estos días

La pesada pluma es una losa
entre mis dedos decadentes.                                   
La aplastante realidad,
es un gálibo sobrepasado.

Hoy la poesía abre las carnes
cómo surcos irreparables.
En el alma del doliente
quema la lengua entre dientes.

Y hoy que el impensable destino
es incierto como siempre.
Nos vemos reflejados en los ojos
de nuestros prójimos,
en el peligroso abismo incipiente.

No quiero ser amiga
de la poesía fácil percutiente,
ser bálsamo elocuente
para cicatrizar el mal,
no alcanza a mi valía.

Si el deseo que en mi existe,
a que todo mal a término llegase.
Como la fe que en mover montañas
cambía continentes y los mapas,
así de fuerte en mi se halla.


Adelántame el paseo amigo

¡Ven!
Adelántame el paseo amigo
que esta vida hoy me pesa toda,
que en luchar esos vientos
que mecieron ayer amapolas,
 ya el traje maltrecho deje,
mi aliento de licores y aguardientes
que a tragos me tome,
fue bálsamo de fierabrás,
cual leyenda del ciclo Carolingio
en Quijotesca novela Cervantina.               

¡Ven!
Adelántame el paseo amigo
y arráncame la nostalgia,
que inútil el recuerdo
estremece impasible mi aliento,
estúpida agonía improductiva
que hoy me invade,
laceadora de ideas,
que llevo pegada a mi cuerpo.


Mi vida sin mi

Ando y presiento que mis pies
me llevan a un lugar es cierto,
pero no persigo quimeras huidizas
y resbaladizas a mis dedos,
ya me cansé ante puse el soy al seré,
al debía ser o fui
y confío en que mis pies
no tropiecen en piedras anteriores,
aquellas ya las conocí,
quisiera al menos que fuesen nuevas
trampas e incógnitas que desvelar,
que la vida entretenga
el hastió cruel de la incomodidad,
adverso enigma que desvelo
a cada acecho de penumbra
y claro oscuro que descifro,
con apenas una mínima claridad
que encuentro tras el visillo
de la zafada mirada
que el paseante me ofrece.
Allá tras el cristal de mi ventana
sé que hay algo más que la rutina,
que queda lejos…
y que en conseguir el aleteo
de tus ojos,
hoy te juro me conformaría.
Que mis pies no me traicionen,
que la vida sea sin mí ¡tuya!
En un momento se condense
el roce de la caricia
que al pasar por tu piel
arranco el viento,
y que sea la última sensación
que mi piel sienta en esta vida.

¡HOY SIN MI!


Generoso, en fluir

Y se acrecienta el verso
En exaltado arpegio
De emociones,
Que en rendirse
Las armas en clamores,
Ante tanta fuerza
De pasiones,
No alcanzo albergar
Tal contenido,
Siendo estéril
El empeño,
En lograr mi cometido,
Que por tu certera pluma,
Veo costoso,
Y doliente lo vivido,
Justo y sensato
Para nada reprimido,
Generoso en ofrecer
Tu mano como amigo,
Sabio en saber,
Que duele más,
Lo callado;
Que lo compartido,
No, me cabe si no,
Mi mayor admiración,

¡¡ Señor Bellido!!


Poema dedicado a Francisco Bellido de Sant Feliu con motivo de la entrega del escudo de oro de la Unión Nacional de Escritores de España.


Tiempo efímero

I

Se muda el aliento 
en desaliento 
Impertérrito proceso
recreado en mariposa
crisálida enjaulada
en su capullo.           

II

Mar inmenso que evapora
hacia nubes esponjosas
agua que salpica rocas
corazones y amapolas.

III

Pupilas dilatadas 
del deseo
Imperturbable hazaña
que atesoras.

IV

Restauración pueril
pasatiempo vano,
disfrazando la piel
del color mundano.

V

El pasado no es presente
el futuro ya es pasado 
llega y no llega,
viene y se va 
el mañana esperas
ha pasado ya ..!


¡Quién ha sido!

Aplastante el hálito
enquistado en mi alma,
si cuando acarició
tu mirada inquieta,
al sucumbir descubro
que no fue cierta.

II

Esa pesadumbre
que locura encierra,
quema mis silencios
y arde en mi hoguera,
mil cuchillos clavan 
en mi noche negra.

III

¡Esa magia oscura
esa triste meiga,!
¿Quién torno mis soles,
esta primavera?
¿Quién barrio alegrías?
¿Quién sembró tristezas? 
¿Quién que me lo digan? 
¿Quién que yo lo sepa?