Poemas y relatos de Lucía Vilches


Me enamoré del mar

Me enamoré de ti y me diste un beso
Amado mar, huidizo mensajero
Que vas y vienes cautivo por las olas
Y son tus ecos rumorosos pasajeros.

Y te miras en el espejo de los cielos
Líquido azul de verdes esmeraldas
Océano de límpidos colores
Reflejando blanquísimas guirnaldas
Los astros que reflejas son dormidas
damas de luces fugaces que en el alba
el astro sol anuncia su partida
mientras se enredan en las redes de las algas.
Te entretienes en el horizonte
Desde la playa admiro tu grandeza
Tu espuma blanca son pétalos de luna
Que se posan fundiéndose en la arena.
Me enamoré de ti porque en las aguas
De tu jardín de amor me regalaste
Un beso, y en los labios me dejarte
Sabor a sal y rosas en la playa.


Sin mirar el calendario

Nos llegó una primavera
Que no miró el calendario
Se asomó con sus ojitos
De brotes tiernos y claros.
Y después de un largo sueño
Ha venido a saludarnos.
Abre puertas a la vida
Llena los campos de aromas
Bellas flores amarillas
De lilas y de mimosas.
Y pequeñas campanillas.
Se agolpan en los jardines
Para extender su esplendor
Los pétalos de las rosas
Rojas como la amapola
Con forma de corazón.
Azulonas trepadoras
Rosas rojo bermellón
Exhibiendo su belleza.
Tan coquetas y sencillas
Igual que alegres chiquillas.
Mil capullitos en flor.
Todo es multicolor
La luz formando arco iris
Fuentecillas y regatos
Y fragancia de jazmin.
Todo el campo está de fiesta
Todo le canta al amor.

Hoy el mundo es primavera
Hoy la vida amaneció.
Sin saberlo el calendario
La primavera llegó.



Crepúsculo dorado

Dormida bajo el sol de la mañana,
soñando paraísos olvidados,
sujetando la niñez almibarada,
arrugas en la piel, sin renunciar a nada.
Y se fue sin morir, sin pronunciar palabra,
se marchó por los campos del olvido,
cuerpo presente viviendo en un pasado,
caminando por el mundo de los vivos.
Ojos que miran el crepúsculo dorado,
como una niña huérfana de guerra,
cultivando su amor en su libro deshojado,
y clavando sus raíces en la tierra.
Y me pregunto si acaso no se encierra,
en esa mirada revertida,
que es eslabón entre el presente y el pasado
El amor leal, sin límite,que es llama de la vida
Es por las sendas de las oraciones,
esos caminos que llegan a los cielos,
que hay un andar continuo de canciones,
de poemas de esperanzas y de anhelos.
Esa anciana niña que yaciendo,
en el almíbar de la niñez perdida,
dormitando bajo el sol de la mañana,
sigue soñando paraísos
sin odios, sin renuncias sin heridas.
Ojos que miran el crepúsculo dorado,
como una niña huérfana de guerra
cultivando su amor en su libro deshojado,
y dejando sus raíces en la tierra.


Poema dedicado al Día Mundial del Alzheimer.


Una canción triste

Dejad que cante una canción triste,
Un niño ha muerto.

Siempre que muere un niño
aparece la flor enamorada,
marchita en primavera,
Aparece una milla de desierto,
y grita espantada una quimera!
Porque… un niño,
un inocente, ha muerto.

Dejad, dejad que cante
Una canción de cuna,
(por ver si se despierta).
Que los duendes de los cuentos se reúnan,
¡Que cada cual guarde su fantasía!

¡Que no haya más jolgorio ni alegría!
¡Que no brillen estrellas en el firmamento,
guardemos silencio en este día!
Porque otro inocente, ha muerto.

Dejad que llore, que grite en mi lamento.
Que la noche y el día se acongojen,
Que se derramen las nubes en sollozos
Que no haya de sonrisa ni un esbozo
Porque un niño, ha muerto.

Madres y padres que amáis,
un inocente ha muerto,
y sin saber por qué.

Dándole esperanza a la esperanza
¡Que lo intente mañana, y otro día!
Que levante su queja,
Abriéndose camino en la agonía,
Como lo hace la flor en el desierto.

Y así, día tras día,
la vida va perdiendo mil batallas
y a ejércitos de niños se ametralla
en los altares de las filosofías.

¡Vamos, que no quiero estar sola!,
¡Cantemos una canción triste!
Que no hay noche más fría y oscura,
Que no hay nada más triste
que la muerte de un niño
¡Esta verdad es tan dura…!
¡Vamos, cantemos una canción de cuna!
¡Démosles digna sepultura!


(En brisas de versos) No es lo mismo ser que estar

Primero soy, luego estoy.
No puedo estar si no soy.
Soy, pero no estoy si no voy,
y si soy, voy y estoy.

Feliz estoy pero feliz no soy.
No es lo mismo ser que estar.
Si soy feliz y no estoy,
el estar es temporal,
el ser es existencial.
Yo prefiero ser a estar.
Puedes estar y no ser.
Vestir un cuerpo mortal,
da lugar a estar, sin ser.
Nuestro estar providencial,
lleva del ser a no ser.
Aunque es importante estar,
es más importante ser.
Desde que nacemos, somos,
estemos en donde estemos.
si estoy alegre y soy triste,
si estoy triste y soy alegre,
mi tristeza es temporera,
sin contar lo que se fuera
lo de afuera es lo que viste.
No es lo mismo ser que estar.
Debajo del polvo existe
aquello con que nacimos,
lo que somos, lo que fuimos.
Cómo estás y dónde estás,
es aquello que escogiste
y lo que ven los de afuera.
El ser es necesidad,
lo que eres, lo que eras.
Estar es una quimera,
y es esta comedia triste
lo que comprender quisiera.


Una pequeña historia de amor


Las miradas se unieron en un cúmulo de versos sin palabras, en una inundación de recuerdos anclados en aquella primavera de una adolescencia caduca que permanecía fresca e intacta en sus ojos verde oscuro, como lago en el atardecer de otoño. 

Nos hicieron las presentaciones: “Mi esposa”, yo dije, “¿Nos conocemos?” ella respondió. “Quizás un leve parecido, un recuerdo del pasado…”. Y me golpeó el viento cálido de aquella tarde en que nos dijimos adiós con promesas de nuevas primaveras que nunca llegaron, mientras brotaban dos lágrimas de sus bellos ojos verdes, las mismas que hoy inundan mi alma…

Siete años antes:

Tan solo hacía siete años. El pueblo costero en fiestas bullía de juventud y alegría. Las gentes amables reflejaban en sus rostros una hospitalidad muy usual para la ocasión, mientras que los niños llenaban el aire con sus ruidosos juegos como trinar de pájaros al amanecer.

Llegué de vacaciones a ese pueblo pescador con la intención de recuperar las materias perdidas durante el curso. Un lugar ideal para estudiar sin apenas distracciones, solo el monótono y continuo rumor del mar. Hubiese querido quedarme en la ciudad con los amigos, y sin embargo ahora estaba  en ese lugar en contra de mi voluntad como posible recurso eficaz por deseo de mi padre. Esa tarde salí a pasear sin ningún interés, hasta que me encontré con su rostro y se cruzaron nuestras miradas. 

Yo era un joven, un adolescente bien parecido, arrubiado, de alta estatura y buena facha. Ella...cómo voy a decir, era realmente hermosa, bella,  una española con rasgos judío árabes, pelo negro golondrina y ojos verdes de mar profundo.   Aquella tarde quedé fascinado. Nos presentamos, comenzamos a hablar y compartimos todo nuestro tiempo y también las pocas monedas con las que contábamos. Compramos palomitas de maíz, subimos al carrusel, paseamos por la orilla de la playa y nos embriagamos de miradas frente a la puesta de sol. Podía escuchar el pálpito de mi corazón cerca del suyo mientras el arrullo del mar nos envolvía.

Volvimos caminando sin prisa por las bulliciosas calles. Apenas sin darnos cuenta nos cogimos de la mano y aunque todavía el pueblo entero andaba por todo lugar  no recuerdo haber visto a nadie, solo a ella, ella, su sonrisa, y sus bellos ojos verdes.

Nos enamoramos y al despedirnos nos dimos un beso. Ella me regaló una última sonrisa cuando la dejé en la puerta de su casa. Hoy mas que nunca conservo ese momento en mi memoria y en mi corazón.

Nada había pasado desapercibido. Al día siguiente estaban hechas las maletas. Nos volvíamos a la ciudad. ¡No lo podía creer! Fui corriendo para hablar con ella, lo que había entre nosotros, aquel amor, no podía desvanecerse como un sueño de hadas, pero así fue, nos tuvimos que despedir. Nos dijimos adiós, ella con lágrimas en los ojos y yo con el corazón abatido y una promesa de regreso que nunca se cumplió, La misma que hoy lastima mi alma.


Dilucidaciones (Esperanza)

Mientras germine una flor y un árbol alce sus ramas hacia el cielo, habrá esperanza. Mientras se conserve algo de pureza en los corazones y la razón de amar sea no buscar razones, habrá esperanza. Habrá esperanza mientras nos veamos en la mirada franca del que llamamos amigo, y que al mirar atrás no sientas que fue tiempo perdido. Si no dejas que la maldad del mundo te arañe, o que las sospechas siembren semillas de desdén en tu alma, habrá esperanza. La esperanza es el arco iris que palpita en medio de la tormenta. La paleta de colores para pintar sonrisas sobre los grises. Es un refugio que mantiene las puertas abiertas. Es la fe que no se resigna, es tenaz y se mantiene alerta. Aunque te sientas abandonado, y pienses que todo está perdido y por las venas te recorra el frio de la soledad, pierdas o se vayan los amigos y una niebla espesa no te deje ver más allá de tu propio corazón triste y herido. Aunque tropieces y te hayas caído, agárrate a la esperanza, ella siempre te dará un respiro. Mientras creas en ti mismo y no traiciones a tus principios, y tu conciencia sea tu mejor testigo, habrá esperanza. Habrá esperanza mientras la paz que pertenece a los hombres y mujeres libres libere tu corazón de las ataduras de un mundo que manipula los sentimientos y los sentidos. Habrá esperanza ese día glorioso en el que se derriben todas las barreras enarboladas por orgullosas banderas regionales, nacionales, raciales, lingüísticas y religiosas que han sido el motivo de todos los odios y las guerras, todas las miserias, el hambre y la pobreza. Habrá esperanza si los seres humanos laboramos y luchamos por sembrar las semillas de la verdadera paz, para que un día, cercano, nos podamos llamar de todo corazón ¡hermanos!

¡Animo corazón!

...

“Andaban perdidas el amor y la decepción, y LA ESPERANZA les cogió de la mano”.


Mi pensamiento es un pájaro que vuela

(Recuerdos de recuerdos).

Mi pensamiento es un pájaro que vuela,
hacia un horizonte sin mañana
Como  cometa sobre árboles frondosos.
o barquitos de papel de anclas izadas
Fragatas en el ámbar  de los cielos
sueños de luz en  noches estrelladas.

Un soplo de aromas  en el aire
perfumando los jardines del alma
Gratas nostalgias, dulces embelesos
Aromas  de jazmín del patio del colegio
Olor a goma de borrar, tiza y pizarra.

Aquel amor fugaz que no fue nada.
Que sin permiso vuelven a la memoria,
aquellas cosas de la tierna infancia,
¡Son tan de ayer!…vivencias paralelas
que se divierten escondidas en mi almohada
Aparecen con las sombras de la noche
y se esconden al despuntar el alba

Tan solo son, recuerdos de recuerdos
Relámpago fugaz, un casi nada
Esa prenda colgada en el perchero
que ya no recuerdas si fue tuya
 o si alguien se la dejó olvidada.


El camino de la verdad

En las veladas, tiritando camina
Por los senderos de su vasta soledad
Aullando por veredas clandestinas
La peregrina y auténtica verdad
Por los caminos resecos y agrietados
Buscando en torno el hálito perdido
Dando reposo al pecho dolorido
Halló la eternidad.
Lejos del hombre, apátrida del mundo
Fiel navegante ansiosa de otra orilla
Pidiendo a Dios e hincando la rodilla
Suelo fecundo halló en el estelar
Y la verdad pidió ser armonía
Del universo la fragante rosa
En el atardecer ser luz de día
Y en el jardín de Dios ser mariposa
Y así se despidió de un mundo
Que sin pensar, mentía.


El beso

Es el beso del amor la fragua.
La lava de un volcán, fuego furtivo
Explosivo huracán de rosa y grana,
Desplegada amapola en rojo vivo.

Una ola de  arrebato  consentido,
Chispeantes y encendidas pavesas
Traviesa lluvia de danzante llama,
Llamarada inmensa de promesas.

Es un imán de atrayentes fuerzas
donde el néctar de la vida se derrama.
Es un suave danzar de melodías
la clave del amor, dulce manzana.
y un encuentro febril de  poesías.


La vida es una limosna

Es esta vida, tan solo una limosna
De lo que vi, apenas lo he probado
Cuanta hambre de vida en esta vida
Cuanto tiempo feliz en un reloj parado.
                           
Se fue mi padre, aún lloro su partida
se fueron mis amigos más querido,
Y en este amanecer de despedidas
Llamo vivir a aquello que he perdido

Oí el murmullo del agua de la fuente
y el manantial estaba al otro lado
Quise cruzar vadeando la vertiente
quise coger la aurora con la mano
¡Pobre de mi, paloma de ala rota!.
allí quedó mi vuelo derrotado

Cuando abrí las palmas de las manos
No había en ellas  la luz del nuevo día
tan solo un horizonte de promesas
tenebroso de sueños abnegados
abrasados por la melancolía

Muchas veces me asomo a las estrellas
a descubrir algún futuro dibujado
Para hablar con el  Grande de los cielos
y explicarle cuanto tiempo le he esperado

En esa inmensidad busco Sus ojos
Senderos que me acerquen a Su  lado
Una luz que resplandezca en el abismo
una señal que diga ”
¡Ya he llegado!


El poeta siempre sueña

El poeta siempre sueña
Sueña…lo que quiere el sueño
La poesía es su dueña
Y él piensa que es él su dueño.

El poeta cuenta historias
De   amores propios y ajenos
Mientras llora   desamores
Incomprensión y desvelos.

En noches de negras sombras
O cálido plenilunio,
La poesía es la nave
donde viaja su alegría
o lamenta su infortunio.

Donde subir a los cielos.
gozar de  puro contento.
Donde bajar al abismo,
todo en el mismo momento.

Bajar desde las estrellas
Hasta las olas del mar
Y con las brisas costeras
entre sus alas volar.

Amontonar  primaveras
en cualquier día de invierno
Cambiando las nieves blancas .
en flor de jazmín y almendro.
.
Ser paloma mensajera
Cometa en el cielo abierto
en el mar de la quietud
Donde la prosa es virtud
y la rima es un concierto

Un laberinto de voces
Que coinciden en el eco
Con miles de recovecos
Donde ejercitar la pluma
en la cara y el reverso
Y describir una a una
Las lunas del universo.

Sacar luciérnagas blancas
Del  alma de las estrellas
Tan relucientes y bellas
Lucecitas chispeantes
en continuo movimiento.

Entre nubes acolchadas
Entre pompas de jabón
La poesía tiene un lecho
donde duerme la ilusión
Que tan solo la amenaza
la voz de la sin razón.

Es la única palabra
que transita en libertad
Que nace en la soledad
y vive en el corazón.

¡Que ladina la poesía!
Yo pensaba que era mía
Pero me tiene en  sus redes.
todas las horas del día.


Eras agua

Porque eras agua te seguí buscando
Porque era cauce contigo  corría
Llegamos juntos hasta el mar inmenso
Donde se  apartó tu vida de la vida mía.

Tú te alejabas tanto en la distancia
Yo te quise alcanzar, mas no podía
Tu  quisiste volar, yo navegaba
Supe enseguida que no te alcanzaría

Lancé al viento mi verso enamorado
Una gaviota blanca lo cogía
Quise que fueras la vela de mi barco
Pero volabas cada vez más alto
Y aunque quise cogerte te perdía.

¡Si volviéramos de nuevo a nuestra aldea
Y remontáramos el río de la vida
Serías otra vez el agua de mi fuente
Yo la barca y el cauce que la guía..!.

 Esa gaviota que retando al cielo
Cogió al vuelo mi verso dedicado
Espera tu llegada en cualquier playa
Para guiarte de regreso hasta mi lado

Y te escucho en la lluvia y en el viento
Oigo tu voz de agua en la vertiente
No habrá tormentas ni olas ni mareas
Que me impidan volver a tu corriente.


Las lágrimas de Dios

El viento es la caricia de Dios, y su susurro es la nana amorosa de una madre que nos acuna en las tardes sosegadas y en el letargo de la sombra de la vid y de la higuera. Con su éter que nos duerme y nos hace pensar que el paraíso nos visita cada día. En el viento están las alas poderosas que nos elevan hasta las nubes blancas y luminosas de los cielos, a esos lienzos olorosos y acolchados, almohadones mullidos donde retozar perezosos y felices, donde avistar el azul eterno del océano de oxígeno y respirar el aroma sutil húmedo y refrescante de la lluvia de verano, el olor a tierra mojada que despierta los sentidos y nos hace conscientes de que estamos vivos.

Despertamos sobresaltados, percibimos la asfixia del veneno impregnado, el enemigo invisible invade nuestros pulmones que se ahogan jadeantes en el intento de sobrevivir. Alveolos fumando contra voluntad , amenazando con desistir y dar paso al cataclismo , a la inexistencia, a la nada, al vacío, a un planeta muerto, hermoso y silencioso, y cuando el error llamado hombre desaparezca, el planeta volverá a florecer, con luz y color pero sin sonido, silencioso , solo el paso del viento con su eco cósmico, un susurro, un silbido, un lamento. Y las nubes desde los cielos derramando las lágrimas de Dios.



Último vuelo


El cristal de una ventana que de forma engañosa le prestaba profundidad al paisaje. Y una pequeña alma cantora que aportaba sus trinos musicales a la naturaleza, sin saber que era su fatal destino quiso inconsciente traspasar a un mundo ilusorio, un paisaje inexistente. Golpeó el cristal y cayó rotunda poniendo así fin inesperado a su efímera existencia. Un mirlo que seguramente se había posado innumerables veces en este sauce que se asoma a mi balcón para cantar su gozo de vivir, hoy yacía sobre mi mano, inerte y con sus alas plegadas para siempre. Lo acaricié con la peregrina idea de darle de nuevo vida, pero expiró en su vuelo para no volver, y pensé.

“Dios mío, cuanto abrazamos y que poquito tenemos”. Recordé  las palabras del Evangelio dichas por Jesús. “Se venden cinco gorriones por dos monedas, pero ni uno solo de ellos está olvidado delante de Dios”.

Se que soy una sentimental, y confieso que, he llorado por ese  mirlo y por su último vuelo, mientras escucho afuera un trino solitario…