Despedida


Poema de Antonio Carmona

Este trámite que hago,
indiscutiblemente innecesario,
es por la gratitud que os debo
al haberme permitido
estar entre vosotros.
Soy yo el que se va,
no hay otros culpables. 
Exorcisa, no obstante, al suicidio. 

Me voy porque no hay jardines
para seguir intentándolo,
porque el que me conozca sabe
que es casi un milagro
que haya aguantado tanto.
Allá donde voy
los tiburones rezan a la luna,
un león de las cavernas
es perseguido
por el polvo de una estampida
de ladridos con crines en las cabezas.
Me voy huyendo del incendio
de los libros de Alejandría,
me voy con los inmigrantes,
a echar una mano. 
Volveré de visita,
a vivir con ustedes
los momentos que sean.

De visita.

Contad conmigo, sin duda,
me pondré en vuestras filas,
contad conmigo para reñir a las esquinas,
a las baldosas insolentes
que no soportan la mirada
de los pacíficos.

Estaré en vuestras filas
para consolar a los reyes,
a los asirios sin patria,
para cambiar de firma,
vendré de visita.

De visita.

Encadenad por tanto,
(sabéis que tengo miedo)
a los expedientes rabiosos,
a las anguilas de las gavetas,
a los cancerberos de las puertas,
a los cocodrilos de las alfombras.

Me retiro al mar y a los árboles,
recojo papeles arrugados
donde se escriben solas
palabras no pronunciadas.
Me despido
de ustedes y del faquir
que no puede tragarse
todas las espadas.
Y me despido
de una noche de las mil.

En esta carta se escriben,
la formidable solidez de mi gratitud
y mi renuncia a la oferta de los siete sabios.

De “Horizontes en Retirada”.