Poema XI


Poema de Marlene Denis

No se resucita a los muertos que caminan
bajo nuestra piel.
Es imposible tatuar sus nombres en una lápida
cuando nunca han marchado
o reconocemos su olor en los rincones
                               y en los espacios del misterio.
Esta noche alguno me negará tres veces
y casi dos mil
hasta verme tinto en sangre
sobre la piedra que levantó
                             para el sacrificio de los fieles.
No podré reconquistar el paraíso
si me aman con el corazón terrible del cianuro.
No puedo lanzarme al sol
como un horizonte repleto de leyes.
Vengo con el INRI a cuestas
con el párpado roto
                        y el alma en la mochila.

De “Al filo de la fe”