El silencio es muy peligroso

María del Mar Suárez Sanabria
Microrrelato de María del Mar Suárez Sanabria, escritora navarra miembro de la UNEE

La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa» (Albert Einstein).

Se definía a sí mismo como un hombre equilibrado y poco conflictivo.

Una sombra callada que pasaba de puntillas por la vida. Sin ver. Sin ser visto. Sin complicaciones. Sin alegrías y sin tristezas.

Se estableció, para no molestar, en el último piso, de la última planta, del último edificio, en el último barrio de la ciudad.

Por no decir, no decía ni su nombre.

Por eso calló cuando los depravados violaban a la vecina del primero. No escuchó sus gritos sangrantes.

Mejor mirar para otro lado, ella lo superará pensó.

Y enmudeció cuando los vándalos saquearon la casa del vecino del segundo. Solo abandonaron un guacamayo azul que lo único que era capaz de repetir era: ¡¡¡Que horror!!!
Total se dijo, ya poco se puede hacer, el mal está hecho.

De la misma manera, continuó en silencio cuando los mafiosos extorsionaron a la familia del tercero. No fuera a ser que por casualidad repararan en su anodina persona y corriese la misma suerte.

Y por supuesto, declaró no haber entreoído sonido alguno, cuando los asesinos dispararon a bocajarro a la afable africana del cuarto. Ya que si no respetaba la ley del silencio, el cuervo graznaría.

Ahora en toda aquella construcción el hombre sin nombre vivía y moría, un hombre en tres dimensiones: ciego, sordo y mudo. Y vivían todos aquellos malvados. Los hombres que lograron alterar aquel barrio hasta convertirlo en el más peligroso de la ciudad.