Poema de Miguel Ángel
Matamala
Apagose la luz, un instante, en su errante
búsqueda de imaginarios versos,
esos que el viento fresco airea
en el silencio indómito de su pensamiento.
Deja encima del alba, marchitarse las sombras
y abraza la luz del entendimiento
modelado en imágenes efímeras,
en verdes pastizales de aliento ligero.
Entonces con el gozo chispeante de su cálida hora,
deja su impronta, escrita,
a veces sin gloria,
por los vestigios de las almas ajenas, sabiendo,
que la aceptación son ambiguos sueños
y lograr un ápice de exaltación, es,
abrazar la tierra, ya ardiente ya desnuda.
Poema escrito por el
autor para su lectura en el acto de entrega del escudo de oro de la Unión
Nacional de Escritores de España a Fernando Sánchez Mayo.