Escuela


Poema de David Fernández Rivera

Un manchón de sangre
cubre la cerradura del retrovisor
que esculpe aquellos recuerdos
que viajan
bajo la rozadura
del neumático que arrastra
el siniestro
rojizo del asfalto.

Todavía corretea bajo mis axilas
el granulado linfático
en la acidez que siembra
maletines de pestillos,
en los riñones
abiertos
bajo el jugo lacrimal
de aquellas fotografías de escuela.

Muchas son tan ilegibles
que nos impiden recordar
cómo se ha jugado en el tapete del colegio
con los gritos acerados del bebé.

En ellos,
alguien calcina la triste mirada del árbol
en los pomos
que rasgan la costra de sus anginas
bajo los diodos
que ocultan la hipnosis
en el antepecho
arrugado de la urbe.

Hay estribos
que gritan
con los brazos inflamados
en el bosque
que agrieta la inocencia de sus venas
en la bengala amputada
con las vendas cobrizas 
del adiós.