"Una palabra llena de magia", reflexión de Maribel Sansano

Maribel Sansano
Texto leído en la entrega de la Medalla de San Isidoro a Escritores pro Derechos Humanos

Queridos amigos, hay palabras que nos llenan de ensueños, ilusiones, esperanzas y amor, palabras que nos levantan de la vida rastrera del día a día, y sobre todo te hacen “ser”, por un momento, un verdadero hombre o una verdadera mujer.

Hay palabras que nos seducen y nos llevan a una vida plena de fecundidad y abundancia.

Son palabras llenas de magia, que solo al pronunciarlas, ya tienen el efecto de llenar de luz a quienes las dicen y a quienes las escuchan.

Una de estas maravillosas palabras es….compartir.

Esta palabra resume lo mejor de nuestra vida y de la humanidad.

Madre Teresa de Calcuta decía que “amar es compartir”, cuando alguien le preguntaba frecuentemente cuando se acabaría el hambre en el mundo, ella decía: “Cuando aprendamos a compartir”. “Cuanto más tenemos menos damos. Cuanto menos tenemos más podemos dar”. Remataba con esta frase: “Lo más importante no es lo que damos, sino el amor que ponemos al dar”, y también a la pregunta de ¿Cuánto hay que dar?, ella decía “Hasta que duela”.

Nos contaba Madre Teresa que una vez recogió a un hombre en un desagüe abierto de Calcuta. Había visto que algo se movía en el agua, al quitar la suciedad, decía ella, me di cuenta de que era un hombre. Lo llevé a nuestra casa para moribundos. Tenemos un lugar para personas en esta situación. En todos estos años, contaba la religiosa, hemos recogido por las calles de Calcuta a 45.000 personas como esta. De estas, 19.000 han muerto rodeadas de amor. De modo que llevé a aquel hombre a nuestra casa. No blasfemó, no gritó. Su cuerpo estaba totalmente cubierto de gusanos. Lo único que dijo fue “He vivido toda mi vida en las calles como un animal y ahora voy a morir como un ángel, amado y atendido”. Después de cuatro horas murió con la sonrisa en los labios.  Esta es la grandeza de nuestra gente, los hombres están sedientos de amor.

Queridos amigos, es importante descubrir que la verdadera vida consiste en compartir, con los de casa, con los vecinos, con los de lejos, con todos los seres humanos.

La vocación de compartir no se agota ni en la familia ni con los amigos.

La humanidad entera nos está llamando a compartir, lo hace porque lo desea y porque lo necesita.

El mundo sería una fiesta si todos los seres humanos nos decidiéramos a compartir.

Habría pan para todas las bocas y luz en todos los corazones.

Habría para todos, trabajo, vivienda, comida, sanidad, paz, justicia, cultura, descanso, etc. etc.

Jesús de Nazaret fue el ser humano más pleno porque solo conjugaba el verbo “compartir”. Compartió sus cosas, su tiempo, su corazón, sus manos, sus ojos y sus esperanzas…. Compartió su sangre, ¡su vida! Y su amor, porque para amar hay que tener el valor de compartir, y es el Amor el que mata la angustia y la desesperanza en el ser humano.

Compartir es el principio y el final, la salida y la meta, la raíz y la flor, la semilla y el fruto.

La fe, la esperanza y el amor no se realizan a solas sino que se comparten porque amar es compartir.

Jacinto Benavente dijo: “El amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos”.

 El que ama, se siente responsable de todos los hombres, en especial de los que el Amor pone en su camino. Las palabras del mensaje son sencillas: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Si el Amor llama a tu puerta, no te hagas el sordo ni el remolón, porque el Amor camina contigo o te lleva en brazos, da tu mano y comparte lo mucho o lo poco que tengas, pero comparte, porque al final tu tesoro será todo lo que en vida hayas compartido, ya que al fin y al cabo sólo poseemos aquello que damos.

Maribel Sansano