Desierto


Poema de Nuria Ruiz Fernández

En las olas de oro eché mi ancla,
y mis silencios se quedaron petrificados
en dunas de soledades que avanzan, quedamente,
en las arcanas noches del desierto.

Allí, en la inmensa desesperación dorada
busqué un oasis donde reposar mi alma,
y allí, en la oscura levedad de su manto arenoso,
encontré el oasis donde dar de beber a mi corazón sediento,
y sucumbí a su encanto.

El desierto se convirtió, entonces,
en un océano callado de secretos
donde poder guarecer los míos,
sabiendo que jamás serán desenterrados.

Soñar sobre su frío manto de arenas mudas,
meditar sobre sus ardientes dunas de misterios ocultos,
rezar bajo el firmamento, guardián de mis deseos,
gritar, en la inmensidad de la nada, sin que nadie te escuche,
es morir en vida, para renacer de nuevo.

El desierto, sí, el desierto vino a mí
y yo salí a su encuentro.

Nuria Ruiz Fernández, Medalla de San Isidoro de Sevilla 2012