Una soberana lección

Nieves Buscató
Luís y Miguel se miraron retadores. Habían concertado este duelo y no podían ninguno de los dos, echarse atrás.

A Luís le dolía que su novia le hubiera dejado por Miguel y ahora éste se las iba a pagar todas juntas. Sabía que Miguel no manejaba bien las armas que habían elegido, así que se sentía muy seguro y tranquilo. A Miguel, sin embargo, le sudaban las manos. No había querido llegar tan lejos pero... el honor es el honor.

Se había elegido el día en que el pueblo estaba de romería. Luís dijo que quería que la lección fuera ejemplar, y que todo el pueblo tenía que presenciarlo.


En medio del pinar, las armas descansaban en el suelo, sobre un paño, y sólo faltaba dar la orden de comenzar.

Cuando ésta llegó, los contendientes se miraron con sus ojos llenos de odio.


Comenzó la pelea. Parecía que las fuerzas se ponían de parte de Miguel pues le dejaron de sudar las manos; ahora era Luis el que tenía la frente perlada de un sudor frío e irritante.

Pasaba el tiempo y aquello parecía no tener fin.


Todos miraban a los dos rivales con la respiración contenida por la emoción. De pronto, Miguel se da cuenta que ha cometido un gran error, y con el horror reflejado en su rostro se lleva las manos al corazón.


Luís, triunfante, mira con parsimonia a su rival y con una gran sonrisa de triunfo grita: ¡¡¡Jaque Mate!!!

Podía quedarse con su novia, pero lo que no iba a permitir nunca es que le ganara una partida en el campeonato de ajedrez de las fiestas del pueblo.


¡Al fin y al cabo los cuernos no pesaban tanto…!

Nieves Buscató