El verbo amar


Herí la belleza de tu vital candidez
al querer arrancar el verbo amar de tu boca.
Buscando la sentencia para mi beneplácito
destruí la sonrisa de tus labios amantes
y se enfrió gravemente tu sereno rostro
al darte cuenta de mi caro hondo deseo.
Sé que en cualquier fallo van todas las penitencias
y aquí peno por pedir precipitadamente
lo que nunca jamás debí haberte pedido,
pues infame rajé las hermosas vestiduras
de tu siempre perceptible elegante inocencia
abriendo tus ojos al abismo que me invade.

Fernando Sánchez Mayo