A doña María Orlinda Montiel

María Orlinda Montiel
Para ti, esa dama que del amor a los animales hizo un arte. Para ti, Linda, era  como yo te llamaba ¡Cuánto tiempo que te conocía! Pero qué poco nos veíamos.  

Tú, con tu dedicación a los animales, tus escritos, tus viajes.

No hace mucho leí una frase anónima que decía: La razón de que un perro tenga tantos amigos es que mueve la cola y no la lengua.

Con tu dedicación a esos animales que tantos abandonan y martirizan y con tus buenas palabras, poco a poco inculcaste en muchas personas que estos son criaturas que Dios creó para que nos ayudaran nos dieran compañía y amor. La prueba la tenemos en tantos ejemplos y pruebas de fidelidad que nos dan. 

Sinceramente, como me gustaría hablar contigo. 

¡Qué bien lo hacías y qué bien escribías! Yo han sido los momentos que más disfrutaba. 

Como lamento que siempre he tenido el tiempo tan escaso que apenas me permitía este lujazo. 

¡Cómo he sentido tu ausencia! Porque sé que lo tuyo es una triste ausencia. Siempre te veré por la calles de nuestra ciudad. 

No me taches de exagerada. 

Desde los burritos, las aves, esos nobles perritos, y como decía Vivarol: de los gatitos ellos no nos acarician, se acarician con nosotros pues empezando por ellos he tenido esa sensación que estaban tristes y compungidos.   

Hacía tiempo que no sabia nada de ti, he regresado de viaje y he leído en el periódico que te habías ausentado. Espero que esta obra, que con tanto tesón creaste, que alguna buena persona que aquí hay tantos y tus colaboradores, continúen con ella. Me gustaría que llevara tu nombre, quedaría tan bonito...

Espero que Dios te escuche y que tu obra siga adelante. Él nunca da la espalda.

Siempre te recordaré. Tú eras, en la lista de mis amistades, un número muy importante. Te admiraba, te respetaba y te quería. 

Adelaida Díaz Gálvez