Robo

El autor, en una firma de libros
Ya no cabía la menor duda, entraron a robar y fue un ladrón de guante blanco. Se habían llevado: el beso que todas las noches doy a tu foto antes de dormir, el álbum de caricias de aquel verano guardado en el arcón del ático, el llanto vespertino de la noche que me comunicaron tu accidente. Por un instante, entre tanto silencio, respiré aliviado: menos mal que no encontraron la sensación de que siempre me acompañas.

Antonio García Siles