si busco tu alma para encontrarla con la
mía,
si el deseo me abrasa y te llega mi gran
fuego,
comprendo que tengas tal precaución a
quemarte;
y admito que huyas buscando el olvido
impaciente.
Haces bien en dar alas a tus pies de
jacinto
y a tu boca de arrayán muerta de
confusión,
pues así prolongas la fe a quien tanto
niegas.
Fernando Sánchez Mayo