![]() |
Delimir Resicki |
Hoy abro esta sección con un brillante escritor nacido en tierras del Imperio Austro-Húngaro, "de la tambura" o mandolina, del dramaturgo Marin Drzic... De Croacia es Delimir Resicki. Nacido en Osijek, se licencia en Filología croata en la Facultad de Pedagogía de su ciudad natal. Desde temprana edad siente fascinación por las artes y, en especial, por la literatura.
Fue redactor de las revistas "La Nueva Heroína" y "La revista literaria". Muchos de sus textos han sido traducidos a varios idiomas, presentándose, la mayoría, en antologías. Gran orador, su talento y erudición le han llevado a disertar en numerosos países.
Delimir Resicki trabaja como redactor cultural para el periódico "La Voz de Eslovenia". Entre sus obras publicadas, en poesía, hacer mención de "Gnomos", "Calles felices", "Libro sobre los ángeles" y "Arritmia". En prosa: "Sagrada familia" y "Silencio". Ensayo: "Observaciones sobre la tristeza" y "Cercanos".
Estudioso de su tierra, de la historia de otras, la poética de Delimir Resicki es clara, sincera, sonora, serena, filosófica, descriptiva, plástica...
Concluyo este modesto esbozo de esta eminencia de las letras croatas con un poema titulado: "Las tórtolas". Dice: "La muerte es hermana del sueño. / Tenía miles de hermanas... / Vendían lepra, / besos y sífilis / en la víspera de la boda en la provincia. / Te tenía, y a ti / que no eras mi hermana. / Nos subimos por las escaleras de astillas / a los techos de las casas de la infancia, / allá donde las tórtolas escondieron / sus ojos de medianoche. / Nosotros les abríamos las pupilas somnolientas / y mirábamos por esa puerta, / lejos al tiempo que se llevó / todo a la altura en la que desaparecían de día. / Así que yo también, a veces, me despierto / del sueño de la tarde / con las piernas en el agua y las manos / en la harina podrida, / cuando la noche condensa su azul frío / cera y en algún lugar lejos de aquí, / en el aire montañoso / se marchita el brezo y yo digo: ¡Dios mío!... / Si por lo menos por un momento pudiera / decir que no sé dónde estás ahora, / quizá estaría en condiciones de pronunciar tu nombre. / Eso que aún escucho / cuando oigo algo es la tórtola; / polvo invisible que el viento / disipa en el otoño por el campo después de la cosecha, / en la tierra todavía caliente, / es de su ala. / Nunca, Dios mío, / hubo un verano tan corto / como aquel anterior a la última guerra / y la más larga seda negra para las cintas / de tus regalos del sueño, / en el cual los corazones de esas tórtolas / eran pequeñas urnas llenas de luz".
Artículo de Graciliano Martín Fumero
Publicado en El Día, de Tenerife