Helianthos


En tu eterna adoración al sol,
enamorada, copiaste su imagen.

Flor de bello nombre, flor corona
que giras con el sol al despertar cada mañana.
Él es la fuente ardiente de tu vida.
La luz y el calor que necesita
tu efímera existencia de un estío.
El impulso que da a tu ser el movimiento
para seguir tras él enamorada
su camino triunfal atravesando el cielo.
Sólo tú entre todas posees esa gracia,
heliotrópica danza,
que a otras flores Natura no otorgó.
Tu enorme corazón y tus hojas como rayos
te hacen semejante a un sol en miniatura,
hermoso girasol que en su locura, obsesionado,
inmortalizó en sus cuadros el pintor.
Adorada como a un dios solar por tu hermosura
en figura de oro fuiste perpetuada
en épocas de remota antigüedad.
Y en flor como tú se transformó,
para seguir a su amado Apolo por el cielo,
Clytie, hija caprichosa del dios Océano.
De pájaros y mariposas preferida,
 que alegres revolotean a tu alrededor
atraídos por la gracia y armonía
de tus pétalos moviéndose en el aire.
Mítica flor, sé feliz mientras dure
el corto verano de tu vida.
Veleidoso, se marchará en busca de otras flores.
Y al llegar el cruel invierno para ti,
aterida de frío sin los rayos del sol,
sobre un lecho de nieve y olvidada
dejarás, helianthos, de existir.

Carmen Carrasco